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Mi vida descarbonizada: balance del primer invierno

IMAGE: E. Dans (CC BY)

La imagen, obtenida hace un momento en la app de FusionSolar de Huawei con la que controlo los flujos de energía en mi casa, tiene una lectura evidente: el invierno, con sus días cortos y su escasa insolación, terminó hace ya varias semanas, los paneles solares vuelven a aproximarse a su producción habitual, y volvemos ya a tener excedentes de energía de manera habitual.

Este ha sido nuestro primer invierno desde que instalamos, en ese orden, la aerotermia, los paneles solares y la batería. Y ha sido, francamente, una delicia. Nuestras facturas de noviembre a marzo reflejan exactamente 46.57€, 199.67€, 322.37€, 281.78€ y 253.41€, con todo incluido (también con nada menos que 75€ de tope del gas que nos cobraron en enero, cuando no solo no tengo suministro de gas, sino que además, la electricidad que utilizo está certificada como que proviene de fuentes renovables).

Es importante entender que esas facturas reflejan la totalidad del gasto energético de la casa: consumo de electricidad, calefacción, agua caliente y carga del coche eléctrico, con lo que, en la práctica, no incluye únicamente la factura eléctrica, sino también la que recibíamos de la compañía de suministro de gas y las que pagábamos en la gasolinera. Si añadimos cuestiones menos importantes pero que también suman, como la bonificación del impuesto de circulación, la reducción en el IBI, etc., francamente, compensa, y mucho: no he querido aún hacer cuentas de amortización, en primer lugar porque nunca fue nuestra preocupación ni nuestra prioridad, y en segundo, porque queremos esperar a comprobar la cuantía de las subvenciones correspondientes tanto a la instalación de aerotermia, como a la de los paneles solares y la batería.

Esas facturas, cuando teníamos gas, rondaban de manera habitual los 400€ ó 500€. Es una casa grande, con espacios muy abiertos, y que lógicamente cuesta calentar en invierno. La llegada de la aerotermia, una bomba de calor aire a agua de Toshiba, nos dio un susto al principio con sus primeros consumos, pero es claramente una apuesta ganadora: posiblemente el único error, y duró menos de un mes, fue ponerla antes que los paneles solares. Una vez alcanzada la temperatura y alimentada total o parcialmente durante las horas del día con los paneles solares, ha probado ser un cambio muy positivo con respecto al gas. No te fíes de lo que te cuenten, porque hay campañas de desinformación importantes circulando por parte del lobby de los combustibles fósiles: vale la pena.

Que los aparatos de aerotermia, conocidos en el resto del mundo como bombas de calor, se hayan convertido en todo un fenómeno de adopción en países como Alemania, China o los Estados Unidos es algo que tiene todo el sentido del mundo, y este invierno hemos podido comprobar por qué: nos ha mantenido a una temperatura de 22ºC razonablemente consistente, nos ha generado agua caliente, y ha sustituido a un calentador de gas que nos obligaba no solo a consumir un caro combustible fósil, sino que, además, resultaba potencialmente inseguro (ahora el detector de gases solo sirve para avisar cuando se nos queman las tostadas 🙂

Tener una instalación de aerotermia hace que, si te gustan este tipo de cosas, te vuelvas un auténtico friki de la energía. Lo que comenzamos a hacer fue ajustar nuestra temperatura de impulsión (la temperatura con la que el agua circula por los radiadores) a la baja de grado en grado hasta que llegamos a un punto en el que, bajando un grado más, la casa ya no era capaz de mantener la temperatura fijada. El sistema tiene una gran inercia térmica: mejor hacer pocas variaciones, salvo que no vayas a estar en casa varios días, es mejor no tocarlo.

Ahora en primavera, a medida que los días se alargan y el sol brilla más, vamos viendo cómo la autosuficiencia, que en el peor mes del invierno, diciembre, se redujo a un 12%, vuelve a incrementarse: en marzo, un 42%, y así hasta que volvamos a estar por encima del 95% como ocurrió entre junio y octubre pasados. Espero la factura de marzo con interés, porque ha sido un mes en el que ha habido muchos días con autosuficiencias cercanas al 70%, pero con cantidades significativas vertidas a la red.

Realmente, son meses en los que se ve que la incorporación de la batería, una Luna2000 de Huawei con dos módulos de 5kWh, fue una buena decisión: en un día razonablemente soleado, la batería se llena al 100% en torno a las 15:00 ó las 16:00 y abastece el consumo de la casa hasta que nos vamos a dormir, hora en que los consumos, incluido el de la aerotermia, se vuelven mucho más moderados gracias al modo nocturno. Entre la hora en la que la batería se llena y la puesta de sol, exportamos energía, pero dado que también mantenemos algo de consumo en otras horas, calculo que será posiblemente uno de los meses en los que más reciba por excedentes de autoconsumo (solo recibes el equivalente a lo que gastas por lo que cuando la autosuficiencia excede del 90%, no percibes prácticamente nada, es decir, te dedicas a regalar energía a la red).

Decididamente, la descarbonización está resultando ser toda una experiencia. Pero además, una muy positiva. Y no solo para mí.

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