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La próxima gran batalla regulatoria esta en las nubes…

IMAGE: Gerd Altmann - Pixabay

La autoridad antimonopolio británica, Competition and Markets Authority (CMA), a instancias del regulador de las comunicaciones Ofcom, ha decidido investigar las prácticas de licencia y uso de los dos principales competidores en el ámbito del cloud computing, Amazon y Microsoft, debido a sospechas de la existencia de prácticas anticompetitivas en este entorno.

Una investigación que amenaza claramente el negocio de estas compañías, protagonistas de una de las más importantes transiciones en la historia de la computación al ofrecer a sus clientes costes potencialmente más bajos que la gestión de sus propios data centers y, al tiempo, la tranquilidad mental que proporciona el que los problemas de gestión del hardware pasen a ser cosa de un tercero.

Las compañías tecnológicas, que por la naturaleza global de su negocio fueron las primeras en plantearse la necesidad de las arquitecturas de cloud computing, tuvieron que afrontar muchísimas resistencias por parte de sus clientes al principio para convencerlos de que la propuesta de valor de la nube no solo tenía sentido, sino que suponía además mayor seguridad, tranquilidad y escalabilidad, algo que muchos clientes aún no han terminado de entender. Las compañías proveedoras protagonistas de esa transición se convirtieron en los llamados hyperscalers, en propietarias de enormes infraesructuras distribuidas por todo el mundo, una evolución de los centros de datos tradicionales, que aseguraban la posibilidad de una arquitectura de escalar adecuadamente a medida que se incrementaban las demandas al sistema.

Pero obviamente, no todo iba a ser simplemente «trae tus datos a la nube y vivirás mejor». Dada la naturaleza relativamente comoditizable del negocio y la perspectiva de que terminase convertido en una simple contratación en función del coste, casi en una utility indiferenciada, los proveedores desarrollaron sistemas que dificultasen la posibilidad de que una compañía pudiese decidir de forma sencilla cambiar de proveedor. Llegó el temido vendor lock-in, esquemas de licenciamiento que imponen, por ejemplo, un precio de salida, o incluso arquitecturas específicas destinadas a tratar de elevar los eventuales costes de cambio.

¿Qué ha ocurrido? Simplemente, que un número creciente de compañías británicas se han quejado al regulador de las dificultades que se encuentran a la hora de cambiar de proveedor de cloud computing o de tratar de construir las cada vez más frecuentes arquitecturas multi-cloud, lo que ha llevado a ese regulador a investigar. Y puestos a investigar, lo lógico es comenzar por quienes detentan entre un 60% y un 70% de ese mercado, es decir, Amazon y Microsoft (llegarían a un 81% de la facturación de ese mercado en el Reino Unido si incluimos a Google), y suponer que parte de su éxito puede provenir precisamente de estar aplicando esa construcción de barreras de salida.

La respuesta de Amazon al respecto ha sido la habitual en la compañía: decir que el regulador no se está enterando de nada. Básicamente, que las conclusiones preliminares de Ofcom están «basadas en una idea errónea fundamental sobre cómo funciona el sector de TI y los servicios y descuentos que se ofrecen». Algo muy poco probable considerando el trabajo previo que suele haber antes de presentar este tipo de demandas, y que suena más bien a que se benefician, por su tamaño, de poder hacer de manera natural ofertas que otros competidores no pueden alcanzar.

Esto llevaría la discusión a un terreno complicado porque, lógicamente, no se puede castigar a un proveedor por alcanzar mejores economías de escala y, por tanto, poder ofrecer mejores precios a sus clientes… salvo que, además, utilice otro tipo de técnicas para obtener ese vendor lock-in. El otro investigado, Microsoft, ya ha sido objeto, de hecho, de varias demandas antimonopolio por sus prácticas de licencia en la Unión Europea, presentadas por varios de sus competidores agrupados en Cloud Infrastructure Services Providers in Europe (CISPE), y ya ha ofrecido hacer cambios en esos modelos de licencia para tratar de acomodarlos a la legislación y evitar así posibles multas.

Otro frente más en la escena regulatoria que afecta a las big tech, y que tiene además una enorme importancia por la trascendencia que alcanza, cada día más, la migración de las operaciones de las compañías hacia la nube, que debería producirse en un entorno de competencia abierta que beneficiase a los clientes de estas compañías. Y de nuevo, Europa convertida en el escenario en el que primero se juegan las batallas regulatorias más importantes. Veremos cómo evoluciona.

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