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La innovación abierta y sus clichés

IMAGE: "La gran empresa se deshace de sus corsés en simbiosis con las startups" - ABC

Laura Montero, de ABC, me llamó por teléfono para hablar sobre la innovación abierta en las grandes compañías, y cómo ese tipo de programas de colaboración con startups parecen estar generalizándose y convirtiéndose en un recurso habitual. Hoy publica «La gran empresa se deshace de sus corsés en simbiosis con las startups» (pdf), en la que me cita brevemente.

Mi opinión con respecto a los programas de innovación abierta en grandes compañías es, desgraciadamente, algo más escéptica de lo que se suele comunicar por parte de las compañías que llevan a cabo este tipo de iniciativas. En la mayor parte de los casos que he conocido, las grandes compañías se aproximan a la innovación abierta con una mentalidad muy equivocada y muy diferente de los principios enunciados al respecto por Henry Chesbrough, que postula un enfoque más centrado en la modificación de la forma y de los procedimientos con los que trabaja la gran empresa que en una forma de simbiosis como tal.

Por lo general, y en mi experiencia, la simbiosis, entendida como desarrollo de beneficios mutuos entre la gran compañía y la startup que trabaja en colaboración con ella, suele estar bastante limitada: la startup obtiene financiación, sí, pero tiende a tener también problemas de adaptación, de choque cultural y de imposición de una agenda a sus planes que no siempre es compatible con sus intereses, mientras que la gran compañía es muy raro, verdaderamente excepcional, que sea capaz de obtener algún tipo de beneficio tangible más allá de algún producto o desarrollo que además, en muchos casos, no recibe la atención adecuada. El verdadero beneficio, que vendría de hackear los procedimientos, la forma de trabajar o incluso la mentalidad de las personas que trabajan en la gran compañía, no suele producirse en un grado mínimamente significativo, y lo que terminamos teniendo en muchas ocasiones son startups que pasan un tiempo hospedadas en una gran compañía, y que terminan saliendo de ella con una sensación de alivio tras dejar a su paso escasos beneficios tangibles.

Lamento ser tan escéptico, pero en la mayor parte de los programas de este tipo que he tenido la oportunidad de ver, la transformación suele producirse únicamente en los que yo llamo «conseguidores», los trabajadores que, dentro de la estructura de la gran compañía, intentan ayudar a que la startup sea capaz de navegar su complejidad administrativa y obtener los recursos que necesitan. Más allá de estas personas, generalmente una por compañía, la transformación real es muy escasa o inexistente, como corresponde al hecho de comparar la masa y la inercia de la gran compañía con una o con unas pocas startups que suelen ser incapaces de aportar un vector de cambio significativo.

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En otros casos, además, las cosas son aún peores, con grandes compañías vampirizando a las startups, haciendo ofertas a algunos de sus trabajadores – creyendo que en realidad «se mueren por trabajar en una empresa de verdad» – o simplemente viéndolas con una actitud de superioridad, como si estuviesen ahí solo como un paso intermedio para tratar de hacerse un hueco permanente en su estructura. No, si los trabajadores de una startup quisieran trabajar en una gran compañía, aplicarían a puestos en ella, no se dedicarían a lo que se dedican, pero esto, desgraciadamente, es en muchos casos muy difícil de entender para personas que creen que el mayor logro en su vida fue pasar a formar parte de la plantilla de una compañía determinada.

Para que los programas de innovación abierta y de colaboración con startups realmente funcionen – y no niego que haya algunos que lo hagan, aunque en mi observación, son los menos – hace falta una mentalidad muy distinta, muy de hacking, de enfoque al cambio en la forma en la que la gran compañía hace las cosas. Más allá de eso, tendremos simplemente startups aprovechando una cierta «hospitalidad» (con muchos condicionantes, por supuesto) durante un cierto tiempo para, al cabo de un tiempo, simplemente seguir su camino, con una consideración de la aventura que, además, no siempre es positiva.

Más allá de eso, es la visión con la que nos queramos quedar: el triunfalismo que cuentan algunos de los protagonistas de este tipo de proyectos, frente a la realidad que muestra que la compañía, por lo general, es exactamente igual si comparamos el antes y el después de estos proyectos. Pero esta visión es, por supuesto, mucho más impopular.


This article is also available in English on my Medium page, «Open innovation: it sounds like a good idea, but in reality…»

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