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Bruselas y la redefinición de las ciudades

IMAGE: Ben2 - CC BY-SA

La capital de facto de la Unión Europea, Bruselas, rompe con el automóvil y toma la histórica decisión, a partir de este 16 de agosto, de restringir el tráfico de automóviles en el centro histórico de la ciudad, el denominado Pentágono o Petite Ceinture, y en su lugar, redirigirlo a través de su circunvalación. La idea es reducir drásticamente las emisiones y el tráfico, y mejorar con ello drásticamente la calidad de vida de los habitantes de la ciudad.

Según el concejal de movilidad de la ciudad, Bart Dhondt, la decisión «supone dejar atrás la Bruselas de los ’60 y los ’70 cuando todo se construía para los automóviles, y moverse en una dirección completamente diferente en la que la ciudad es para las personas».

Las acciones asociadas con el plan prevén hacer algunas calles de un solo sentido, restringir el tráfico en otras a vehículos de transporte público y de uso especial como ambulancias, peatonalizar muchas otras, y reducir drásticamente el número de plazas de aparcamiento en superficie, que actualmente es de diez mil, con el fin de recuperar espacio para zonas verdes y para los habitantes y visitantes de la ciudad. Paradójicamente, en un centro de la ciudad con tan solo 55,000 residentes, el número total de plazas de aparcamiento era, incluyendo las plazas en la calle, de unas 75,000.

La resistencia más importante, la de los comerciantes, parece que será relativamente fácil de superar, dado que las calles más visitadas y las más populares para el comercio en la ciudad son precisamente las peatonales, lo que ayuda a entender que la peatonalización, en general, es buena para el negocio, con que simplemente se permita a vehículos de transporte hacer entregas y recogidas en, por ejemplo, tiendas de muebles y similares. Anteriormente, otras ciudades del país como Gante y Lovaina, han tomado acciones similares, han declarado sus centros históricos libres de automóviles, y han conseguido reducir drásticamente sus niveles de tráfico sin perjudicar por ello a los comerciantes. Otras ciudades de la región, como Schaerbeek o Anderlecht tomaron decisiones similares anteriormente.

La tendencia es clara, y está teniendo lugar en toda Europa: una auténtica guerra al automóvil en las ciudades, en favor de otros medios de transporte, con el fin de reducir las emisiones lo más posible y aumentar el bienestar de los ciudadanos. Que el hecho de vivir en una ciudad sea algo que envenena sistemáticamente a sus residentes, los haga más sensibles a enfermedades y reduzca su expectativa de vida es algo que, simplemente, no tiene sentido. Debemos abandonar las tendencias del desarrollismo de décadas anteriores, y replantear las ciudades de forma radical.

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