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La banca y el código abierto

IMAGE: Tumisu - Pixabay (CC0)

Me ha gustado mucho este artículo, «Open source is finally coming to financial services«, y la correspondiente conferencia de veinticinco minutos de Angela Strange, de Andreessen Horowitz, sobre la futura evolución de los servicios de banca, en el que predice un escenario que coincide mucho con lo que llevo visualizando bastantes años: bancos en los que el predominio y la responsabilidad es mucho más de los desarrolladores de software que de los abogados, y en los que el uso cada vez más ubicuo de open source lleva a que las compañías se conviertan en APIs a las que se conectan servicios de todo tipo.

Un modelo de este tipo ofrece muchas posibilidades para aquellas compañías capaces de desarrollar modelos verdaderamente competitivos de prestación de servicios. Si pensamos, por ejemplo, en una compañía capaz de ofrecer un servicio diferencialmente bueno de gestión de inversiones, esa compañía tendría no solo la posibilidad de abrir su código y que este pudiese mejorar gracias a las contribuciones de toda la comunidad, sino también de paquetizarse y ofrecerse a otras entidades, que podrían conectarlo como quien une piezas de un Lego, y pasar a ofrecerlo a sus clientes. En realidad, este es, además, el escenario de futuro que, en último término, dibuja el regulador con normativas como PSD2: la obligatoriedad de que los bancos tengan que abrir la posibilidad de que cualquier prestador de servicios los ofrezca a sus clientes si el cliente así lo demanda.

En un escenario así, el incentivo a la mejora constante es claro, porque el mercado estaría dispuesto a prescindir de unos servicios y a incorporar otros de una manera mucho más líquida, en función de indicadores específicos de eficiencia o de otros muchos posibles factores. Una visión que coincide con otra cada vez más implantada: que la adopción de software de código abierto por parte de las empresas es simplemente una cuestión de madurez, y fundamentalmente, un camino con una sola dirección, la que marca la supremacía de este modelo de desarrollo: si tu compañía no ha incorporado aún suficiente software de código abierto, es que aún no es lo suficientemente madura.

Este panorama delinea un futuro en el que los grandes bancos dejan de tener una ventaja basada en el supuesto valor de su marca, su reputación o la seguridad que presuntamente ofrecen, para pasar a un modelo en el que lo que de verdad cuenta es su eficiencia y su capacidad para ofrecer a sus clientes los mejores servicios. Una tarjeta de crédito, un préstamo, una hipoteca, una gestión de cartera de inversión o un servicio al cliente, ofrecidos en modo as a service, como servicios autónomos en los que la gestión está encomendada a un tercero que simplemente se conecta con los clientes a través del banco que actúa como interfaz. Capas de servicios que, además, pueden ser ofrecidas por compañías que no tienen por qué ser bancos: una universidad puede ofrecer préstamos a sus estudiantes, o cuentas corrientes, o una tarjeta de débito, o muchas otras compañías en función de sus intereses o de la relación que mantengan con determinados colectivos, sean usuarios, proveedores u otros.

Lo dije ya hace casi dos años, también apoyándome en otro artículo de la misma autora: todos los negocios van a tener la posibilidad de ser un banco, y de ofrecer lo que hoy entendemos como servicios de banca a sus usuarios. Si añadimos a este modelo la potencia del software de código abierto y la posibilidad de que este tipo de servicios vayan haciéndose cada vez mejores gracias a la contribución de comunidades de desarrolladores, la idea cobra, si cabe, todavía más sentido.


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