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¿Por qué hay SPACs por todas partes?

IMAGE: Elizabeth Pagano (CC BY)

Los SPAC, Special-Purpose Acquisition Companies, son compañías que carecen de actividad operacional como tales, y que alguien constituye y ofrece al público para, posteriormente, poder sacar una compañía al mercado sin que tenga que pasar por el aparatoso proceso de un IPO. La idea es agrupar una serie de fondos de inversores minoristas, con el específico fin de financiar una fusión o una adquisición apalancada en un período determinado, oportunidad que, generalmente, no ha sido identificada aún.

Básicamente, una serie de inversores que entregan su dinero a una persona de referencia (generalmente alguien con mucha experiencia o prestigio en su industria) para que saque una compañçia sin actividad al mercado, y posteriormente, adquiera una compañía o se fusione con ella. Denominadas también blank check companies, la realidad es que, aunque lo parezca, tienen poco que ver con la fe ciega, o con aquella mítica compañía que, en plena burbuja de los mares del sur de 1720, ofrecía a sus potenciales inversores «una empresa de gran ventaja, pero que nadie sabe lo que es». En los SPAC, los inversores entregan dinero para utilizarlo en una adquisición no especificada, pero con unas garantías de seguridad mucho más razonables. Su estructura estándar ofrece a sus inversores, como es lógico, el derecho al voto sobre cualquier posible operación propuesta, pero también la opción de recuperar su dinero si la operación propuesta no les convence, y también un plazo de dos años para o bien cerrar alguna operación, o devolver el efectivo, que mientras tanto, es mantenido en en custodia. Los promotores del SPAC no pueden, en principio, llevarse todo el dinero, ni entrar en una operación determinada si no consiguen convencer a sus inversores.

¿Por qué estamos hablando de SPAC? Simplemente, porque este tipo de operaciones están floreciendo en 2020 como si no hubiera un mañana: a mediados de este mes, el número de SPACs llevados a cabo durante el año alcanzó los 141, frente a los 58 de 2019, los 41 de 2018 o los 33 de 2017, con figuras como Chamath Palihapitiya o Reid Hoffman planteando operaciones de este tipo. Esta especie de «furia inversora» lleva a algunos a preocuparse por un mercado que podría estar ofreciendo pocas oportunidades a un inversor con exceso de liquidez, lo que llevaría a la búsqueda de oportunidades, e incluso al desarrollo de una posible burbuja, lo que debería invitar a extremar las precauciones.

Para muchos, la idea es confiar en una figura con experiencia para que, en un plazo determinado, identifique una compañía que podría funcionar en el mercado, y no solo la capitalice sino que la lleve a bolsa, simplemente adquiriéndola o fusionándose con ella. En ese sentido, los SPACs no son especialmente baratos debido a que quien los encabeza suele retener acciones por valor de un 20% del dinero obtenido cuando se produce la operación, pero eliminan el paso por la IPO, con los retrasos y la incertidumbre que suelen generar. Este año, muchos fondos de capital riesgo han considerado los SPAC como una alternativa interesante, lo que ha contribuido también a que su número se multiplique.

Seguramente, veremos surgir bastantes operaciones de este tipo en el futuro, con noticias que rodearán tanto su constitución como los acuerdos de fusión o adquisición a los que lleguen. Una forma de dinamizar un mercado que ofrece oportunidades tanto a inversores como a emprendedores en forma de un vehículo con una fuerte aceleración con respecto a la alternativa tradicional… y como siempre en estos casos, también sujeto a sus evidentes riesgos. ¿Burbuja? ¿No burbuja? ¿Inversores alocados? ¿Fondos en busca de dinero fácil? ¿Mercado lleno de oportunidades? Larga vida al rock ‘n’ roll


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