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The Merge: un evento fundamental

IMAGE: Ethereum.org

La conversión de la segunda criptomoneda en madurez, importancia y capitalización de mercado, Ethereum, de prueba de trabajo a prueba de participación, conocida como The Merge, tendrá lugar en algún momento en torno al 15 de septiembre si todo sigue las previsiones anticipadas, y va a ser uno de esos eventos de capital importancia de cara al futuro de muchas cosas.

¿Por qué transiciona Ethereum de prueba de trabajo a prueba de participación como mecanismo de consenso? Fundamentalmente, porque puede. Hablamos de un ecosistema vivo y mantenido en forma de comunidad de código abierto, con una capacidad para la evolución que otros no tienen, de un cambio que le permitiría escalar su rendimiento desde unas quince transacciones por segundo hasta las cien mil – en un momento en el que su cadena de bloques es utilizada para cada vez más cosas – y que reduciría su consumo energético en alrededor de un 99.95%. Además, veríamos otros cambios, algunos de los cuales afectan enormemente a su funcionamiento: su fundador, Vitalik Buterin, pasaría a tener un papel menos activo gracias a la descentralización del sistema, y los mineros, que hasta el cambio se encargaban de validar las transacciones mediante la prueba de trabajo, pasarían a tener un papel muchísimo menos relevante.

¿Por qué lleva tanto tiempo y tantas precauciones un cambio así? Básicamente, porque se trata de cambiar un mecanismo fundamental mientras sigue en funcionamiento, sin provocar una interrupción en el sistema, para obtener un rendimiento muy superior. Han sido necesarias muchas pruebas, poner a funcionar el nuevo mecanismo en cadenas de prueba a una escala cada vez mayor, ver las reacciones de los participantes, y comprobar posibles problemas o limitaciones. La última gran prueba tuvo lugar a principios de junio, se culminó de manera exitosa, y solo falta ahora hacer converger el mecanismo con la cadena de bloques general de Ethereum para terminar la transición.

¿Qué impide que la otra gran criptomoneda, la líder en capitalización bursátil y que inicialmente provocó la explosión de la popularidad de la cadena de bloques, bitcoin, haga lo mismo? En primer lugar, que su mecanismo está gobernado por alguien que nadie sabe quien es y que carece completamente de presencia pública, y por tanto, que introducir cambios en él, aunque es posible, requiere de un nivel de consenso difícil de obtener en ausencia de un liderazgo fuerte. La prueba es evidente: bitcoin ha sido eminentemente conservadora en su evolución, y los cambios introducidos han sido muy, muy escasos.

Pero en segundo lugar, la gran discusión: el balance entre el mecanismo de consenso – prueba de trabajo o prueba de participación – y la descentralización o centralización del sistema. Con la prueba de trabajo, que funciona bien como mecanismo para evitar problemas de doble gasto, la inversión fundamental que tienen que hacer los validadores es hardware. El sistema, efectivamente, funciona, pero genera un consumo muy elevado, y eventualmente, al escalar, desemboca en una re-centralización, dado que los validadores se hacen con cada vez más hardware para llevar a cabo su trabajo y, eventualmente, la actividad se concentra en unos pocos nodos capaces de llevar a cabo la mayor parte del trabajo. Cuanto más grande se hace la operación, mayor es el ahorro de costes y, por tanto, mayor la rentabilidad y, eventualmente, la participación de mercado. Esta evolución va naturalmente en contra del concepto de descentralización, y hay quienes especulan que cualquier sistema que utilice prueba de trabajo como mecanismo de consenso evolucionará hacia la centralización de forma natural, con cada vez menos grandes corporaciones capaces de invertir en nodos enormes a cargo del funcionamiento de la red.

Ese mismo argumento es utilizado en reversa por los entusiastas radicales de bitcoin: se oponen rotundamente a cambiar el sistema a prueba de participación, porque en ese sistema, mucho más rápido y con menor consumo, los validadores de transacciones ponen en juego sus fondos para atestiguar que las transacciones son válidas, y el algoritmo escoge quién valida cada transacción dando más posibilidades a los nodos que más monedas ponen en juego, lo que podría igualmente abrir la puerta a la centralización y a un hipotético control gubernamental.

En ambos casos hablamos de cambios a largo plazo, con la diferencia de que la prueba de trabajo lleva, en el caso de bitcoin, más tiempo evolucionando y aparentemente dando la razón a esos temores, mientras que la prueba de participación solo se utiliza en monedas que tienen un volumen minúsculo en comparación con Ethereum, y que, por tanto, no tienen prácticamente ningún valor predictivo.

Por el momento, a partir de mediados de septiembre, nos encontraremos previsiblemente con dos criptomonedas significativas, cada una con un mecanismo de consenso diferente, y con características igualmente distintas: mientras una es intrínsecamente conservadora y se utiliza únicamente para dar soporte a transacciones económicas, la otra ha ido evolucionando en modo de código abierto, sirve además para otros tipos de activos, para contratos inteligentes o para sistemas de finanzas descentralizadas, y hay hasta quienes la sitúan como la base de la llamada Web3.

De lo que ocurra en torno al próximo 15 de septiembre depende cómo haremos muchas cosas y cómo funcionarán muchas cosas en el futuro. Habrá que estar atentos.

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