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Para tirar cohetes…

IMAGE: SpaceX Imagery - Pixabay (CC0)

Mi columna en Invertia de esta semana la han titulado «Elon Musk pone la exploración espacial al alcance del hombre» (pdf), y es un tema sobre el que llevaba queriendo escribir algún tiempo, a medida que iba viendo noticias sobre la evolución de SpaceX: hasta qué punto ha evolucionado la exploración espacial gracias a los desarrollos de tan solo una compañía.

Lo que más sorprendente me parece, sin duda, es el comienzo de toda la historia: un emprendedor convertido en millonario por la venta de la empresa que contribuyó a crear, PayPal, que decide invertir una gran parte de ese dinero en crear nada menos que una compañía para la exploración espacial. Desde el puesto que ocupo tengo contacto muy habitual con muchos emprendedores, y me cuesta muchísimo pensar un ejemplo en el que, si uno hubiese venido a contarme su idea, no lo hubiese mirado con cara de «tu estás total y absolutamente loco». La sola idea de dedicarse a competir con empresas enormes, altamente capitalizadas, en un entorno terriblemente competitivo en el que los que están al otro lado son agencias gubernamentales o compañías también muy grandes, y en un tema tan enormemente complejo es, como mínimo, impresionante.

¿Qué perspectivas podía tener SpaceX de convertirse en lo que es hoy, la compañía sin duda líder y que marca la pauta en exploración espacial? En realidad, todo se basa en una visión de la que hemos hablado en ocasiones anteriores: la búsqueda incesante de las economías de escala. Como indica el gráfico de la derecha, el coste por kilogramo de poner algo en órbita es hoy unas diez veces más bajo que hace diez años, y esa progresión alucinante ha sido posible únicamente gracias a SpaceX.

¿Cómo se consigue? Obviamente, planteándose hacer muchos lanzamientos. Para eso, lógicamente, tienes que empezar con cohetes relativamente pequeños (el Falcon 1 no era otra cosa más que, en lenguaje emprendedor, su «producto mínimo viable«), asegurarte de que puedes fabricarlos mucho más baratos gracias a una fuerte integración vertical, y sobre todo, entender que la amortización del lanzamiento se corresponde en gran medida con lo que vayas a meter dentro del cohete.

Tan solo en 2022, SpaceX espera hacer nada menos que cincuenta y dos misiones. Nunca en la historia hemos visto tantos lanzamientos de cohetes, hasta el punto de que la situación empieza a recordar la de películas de ciencia-ficción como Gattaca en las que el protagonista vivía al lado de una base y veía lanzamientos constantes. Muchos lanzamientos, muy bien hechos, y sobre todo, llenos hasta los topes: si lo están con artefactos que alguien quiere poner en órbita y paga, fantástico. Pero si no, los llenamos con nuestros propios satélites, y montamos otra compañía para explotarlos, que será forzosamente muy competitiva porque tendrá unos costes muy inferiores a los que ninguna otra puede alcanzar. De esta manera, la conexión satelital a internet ha pasado de ser algo difícilmente planteable para un uso regular, a ser algo perfectamente razonable en muchos contextos imaginables.

Si además eres capaz de conseguir un ratio de reutilización de componentes cada vez más elevado y que mejora con cada año que pasa, tus costes caen todavía más, y alcanzas unas cifras en las que puedes plantear a la agencia estatal de turno que vas a ser capaz de ahorrarle nada menos que quinientos millones de dólares… ¡en un solo lanzamiento! En esas condiciones, si eligen a otro proveedor, sería probablemente algo únicamente atribuible a la prevaricación.

El resumen es claro: un cambio absoluto de la mecánica de una industria enormemente compleja – no en vano solemos referirnos a las tareas complicadas como «rocket science» – pero que no solo ha funcionado según el plan, sino que lo ha hecho a las mil maravillas. Ahora, SpaceX es una compañía líder muy por encima de los participantes tradicionales en rendimiento y, sobre todo, en costes, sino que además, posee otra compañía que se dispone a ser líder en cobertura satelital del planeta. Una jugada impresionante solo al alcance de una mente privilegiada. Auténticamente para tirar cohetes…

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