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La Luna y las dimensiones de la disrupción

IMAGE: Christoph Schütz - Pixabay

Para un estudioso de los procesos de innovación disruptiva, que una ingeniera de SpaceX, Aarti Matthews, comente que la NASA no está siendo suficientemente consciente del posible impacto de la enorme capacidad que tiene la nave Starship sobre las posibilidades del Programa Artemis y que deberían tomar esa variable en consideración para ser significativamente más ambiciosos en el proyecto es algo verdaderamente interesante.

¿Dónde está el problema? Durante muchas décadas, el peso ha sido siempre uno de los principales factores limitantes en todas las misiones espaciales. El fin del Programa Artemis es volver a explorar la Luna, llevar a un hombre y una mujer al polo sur lunar en 2024, con el objetivo a largo plazo de establecer allí una presencia humana sostenible, y en sus especificaciones establecía la necesidad de poder transportar 865 kilos, incluyendo el peso de los dos tripulantes y el equipo necesario para una estancia corta en el satélite.

¿Qué pasó cuando la NASA tomó la decisión de otorgar el contrato a SpaceX? Sencillamente, que el dimensionamiento cambia de manera brutal: la Starship diseñada por la compañía es capaz de transportar hasta la Luna nada menos que cien toneladas de peso, lo que supone multiplicar por más de cien las especificaciones de la misión, con un coste, además, sensiblemente inferior al de todas las misiones anteriores. Una capacidad, que Aarti describe como el peso de cuatro camiones de bomberos, de más de once elefantes o de cien rovers de exploración lunar, que excede hasta tal punto las especificaciones iniciales de la misión, que la NASA tiene dificultades para plantearse qué hacer con él.

¿Qué pasa cuando una de las restricciones más importantes de un proyecto, de la noche a la mañana, prácticamente desaparece? Es la característica principal de la disrupción: que una de tus variables limitantes, por la razón que sea, pierda completamente su sentido, y te permita hacer cosas que antes nadie podía plantearse. Hasta ahora, el diseño de las misiones espaciales se llevaba a cabo muy cuidadosamente para ser capaz de optimizar cada kilo o incluso cada gramo de peso transportado, y ahora, todas esas restricciones desaparecen casi completamente, y posibilitan que el proyecto pueda ser mucho más ambicioso – siempre que la compañía que lo lleva a cabo esté preparada para pensar en esos términos.

¿Qué se puede hacer con semejante capacidad? Algo que parece una bendición, eliminar una restricción, puede significar de repente la posibilidad de redimensionar todo el proyecto. ¿Qué se podría o debería llevar a la Luna, que tenga sentido y que sea susceptible de aportar valor a la misión? ¿Deberíamos rediseñar el rover lunar sin limitaciones para hacerlo mucho más sólido y capaz? ¿O extender las pruebas y ensayos a niveles nunca vistos? ¿No debería esa característica, la práctica eliminación de las restricciones de peso, significar un replanteamiento o redimensionamiento drástico de la totalidad del proyecto para hacerlo mucho más ambicioso? Estamos hablando de un cambio que rompe completamente con la norma de aproximarse a los proyectos durante décadas de investigación espacial… ¿está la NASA preparada para asumir algo así?

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