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Uber, Hertz, Tesla y la electrificación del transporte urbano

IMAGE: Uber Green

El pasado octubre, el acuerdo anunciado por Hertz con Tesla para la adquisición de cien mil vehículos Model 3 se convirtió en una de las noticias más importantes en los mercados, y provocó que la compañía de Elon Musk alcanzase por primera vez el billón de dólares de valoración.

Uno de los frutos de ese acuerdo ha sido que Uber cerrase una alianza con Hertz para que sus conductores pudiesen alquilar esos vehículos de Tesla por unos trescientos dólares a la semana, obtener un ahorro considerable en sus costes de operación al sustituir el combustible – ahora en máximos históricos en los Estados Unidos y en medio mundo – por recargas eléctricas, y además, figurar en la alternativa Uber Green en la app y recibir un dólar extra por cada servicio.

Hasta el momento, unos quince mil conductores de Uber han decidido integrarse en la iniciativa desde que se inició el pasado año, y los resultados parecen estar siendo excepcionalmente buenos en términos de su nivel de satisfacción: más de cinco millones de viajes en vehículos Tesla, casi sesenta y cinco millones de kilómetros, y orgullo de pertenencia a una solución al problema medioambiental, además de la constatación de los ahorros e incentivos.

Uber se ha marcado el objetivo de descarbonizar íntegramente su flota de vehículos en el año 2030, lo que abre un importante debate con respecto al transporte urbano de viajeros: ¿no deberían los ayuntamientos hacerse eco de ese tipo de compromisos, y marcarlos como obligatorios para todos los vehículos dedicados a esa función, desde los autobuses hasta los taxis y VTCs de todo tipo? ¿Cuántas emisiones podrían llegar a reducirse si todos esos vehículos, los de actividad más intensa y constante en los cascos urbanos, fuesen de cero emisiones? ¿No es el experimento de Uber la prueba de que los vehículos eléctricos son perfectamente compatibles con su explotación para el transporte de viajeros?

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Los taxis y VTCs son, sin duda, una prueba de fuego con respecto al coste total de propiedad de este tipo de vehículos, y cada vez más, es evidente que los números cuadran, no solo por el menor coste de la electricidad con respecto a la gasolina, sino también por sus mucho menores necesidades de mantenimiento.

Uber avanza hacia la descarbonización mediante la electrificación de su flota, pero por el momento tan solo lo hace en los Estados Unidos: ¿no deberíamos verlo en otros países como un claro signo de los tiempos que están por venir?

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