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Los números del coche eléctrico (en experiencia propia)

Un artículo en The Next Web, «Here’s how to calculate the cost of driving an EV per km (or mile)«, me recuerda que podría ser interesante, cuando hace ya casi dos años que adquirí mi vehículo eléctrico, llevar a cabo unos cuántos «cálculos de servilleta» para ver el impacto de mi decisión. No pretendo convencer a nadie para que haga lo que hice yo (aunque sí estoy segurísimo de que el mundo sería un lugar mejor si más gente se lo plantea).

Lo primero que compruebo es que, con respecto a los números del artículo, mi vehículo es sensiblemente más eficiente que la media que cita. En la imagen, uno de los gráficos que genera cuando quieres ver su consumo, en el que se refleja su promedio: 184 Wh/km. Coincidiendo con su adquisición, cambié mi tarifa de electricidad, y pasé a una con discriminación horaria. El vehículo se carga siempre por la noche, y la tarifa que pago por kWh en ese tramo horario es de 0,099387 euros, fija. Esto implica que mi coste por cien kilómetros se sitúa en 1.83€, es decir, menos de dos céntimos (0.018) por kilómetro. A esto habría que deducirle que, de los 21,372 km que el vehículo tiene ahora, una cierta cantidad corresponde a viajes, en los que las recargas se han llevado a cabo en supercargadores de la marca, y han sido, por tanto, completamente gratuitas, con lo que el coste real habría sido algo menor (concretamente, he consumido 2,544km en supercargadores). Si decido ignorar ese factor, que depende de una promoción que la marca tenía en el momento de la adquisición del vehículo, el coste de todos los kilómetros recorridos con mi vehículo en sus casi dos años de vida es de unos 391€. Si incluyese en el cálculo el ahorro por los supercargadores, se quedaría en 344€.

¿Cuánto habría gastado si mi vehículo fuese de gasolina? Asumiendo un precio medio del combustible de unos 1.364€/l y un consumo razonable de unos 7 litros por cien kilómetros (ciclo urbano mixto para un vehículo de esas características), el coste por cien kilómetros se habría situado en torno a los 9.55€, es decir, casi unos diez céntimos por kilómetro. Los 21,372km que he recorrido con mi coche me habrían salido por unos 2,041€. En combustible, hasta el momento, me he ahorrado unos 1,696€. Y unas cuantas paradas para echar gasolina, que al menos a mí, en el día a día, me fastidiaban especialmente.

Otros factores: en dos años, le habría pasado a mi vehículo al menos una revisión con cambio de aceite. No sé vuestra experiencia, pero en la mía, las revisiones de un vehículo de la gama del mío actual eran sensiblemente caros: dejo que cada uno se haga su composición de lugar. Además, habría pagado unos 130€ de impuesto de circulación municipal, que el ayuntamiento de mi ciudad me ha bonificado en un 75% por ser un vehículo eléctrico.

En más de veinte mil kilómetros con algunos viajes a La Coruña y a algunas conferencias en País Vasco, Alicante, Andalucía y algún sitio más (bastantes menos de los habituales debido a la pandemia), no solo no he tenido nunca ningún problema a la hora de plantearme la ruta, sino que mis recargas han durado en muchas ocasiones menos de media hora – y muchas de ellas las he podido hacer coincidir con la hora de comer o cenar. ¿Ansiedad? ¿Miedo a quedarme tirado? No sé lo que es eso, ni lo he sabido en ningún momento. Le dices al vehículo dónde vas, y él te calcula las paradas y los tiempos, sin más necesidad de planificación. Con sinceridad, he tenido más sensación de poder quedarme tirado cuando tenía un vehículo de gasolina (por la tontería de «no eches aún, espera por una gasolinera de X, que me dan puntos» o «no vayas a esa, que está muy lejos de la salida») que con este que tengo ahora. Cuando no voy de viaje, simplemente salgo cada mañana de mi casa con el vehículo completamente cargado y preparado para rodar varios cientos de kilómetros, y no me preocupo de nada más. Miraba más la aguja del depósito cuando tenía un vehículo de gasolina que los kilómetros que me quedan de autonomía en este. Ah, y además, en Madrid, aparco en la calle gratis donde quiero, y puedo circular por el BUS/VAO.

¿Hice bien en adquirir un vehículo eléctrico? Con sinceridad, en ningún momento lo hice por el dinero, sino porque podía planteármelo y sentía que debía hacerlo. Además, esta compra en concreto supuso para mí un cambio: no soy una persona con especial aprecio por los coches, y nunca me había planteado anteriormente adquirir un vehículo de esa gama. ¿Me ha valido la pena? Sin duda. Para mí eran cosas que tenía que probar. La satisfacción de no emitir humo, la aceleración, las prestaciones, lo divertido de conducir un vehículo así (que no se parece a ninguno de los que he conducido antes, ni siquiera a los días de experiencia que tuve con el que era el coche de mis sueños de pequeño, el Porsche 911), o por el contrario, comprobar la relajación que supone, si quieres, hacer un viaje casi entero en autopilot tomando el control menos de quince o veinte minutos en total y llegar descansadísimo a tu destino son experiencias que, para un profesor de innovación que pretende entender cómo viviremos en el futuro, valen su peso en oro.


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