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La irresponsabilidad de quienes informan sobre tecnología

IMAGE: OpenAI's DALL·E, via ChatGPT

Me llamó poderosamente la atención como hace algunas semanas, una noticia aparentemente simple, que Amazon estaba retirando su tecnología sin líneas de caja de los supermercados, se convirtió en un sinsentido absoluto y en, básicamente, una estupidez al pasar por los teclados de algunos periodistas irresponsables.

¿Qué hay de verdad en las barbaridades que se han escrito sobre el tema? En primer lugar, Amazon no abandona en absoluto esa tecnología: simplemente, ha visto que si bien funciona muy bien en tiendas pequeñas, como las Amazon Go en las que se lanzó originalmente en enero de 2018, su aplicación tiene más problemas cuando hablamos de un gran supermercado, en donde no es que no funcione, sino que sus posibilidades pueden ser mejoradas. ¿Por qué? Simplemente, porque es muy distinto ir a una tienda de conveniencia y comprar cuatro cosas mal contadas, que hacer una gran compra y llenar todo un carro. En el primer caso, todo te da igual: buscas conveniencia, entrar, coger lo que quieres, e irte sin hacer cola. En el segundo, en cambio, tienes interés por saber, por ejemplo, cuánto vas gastando, y puedes beneficiarte de funcionalidades como, por ejemplo, que te orienten con una pantalla a la hora de buscar un producto por los diferentes pasillos.

Precisamente por eso, Amazon decidió llevar a cabo, para sus supermercados grandes, llevar a cabo una transición de su tecnología para pasar a los llamados «carritos inteligentes», los llamados Dash Carts, que permiten a los clientes saltarse la línea de cajas y embolsar directamente sus compras sobre la marcha, pero para un nivel de compras mayor. Amazon, además, en su tradición de convertir en plataforma todo lo que desarrolla, ofrece esta misma tecnología a otras cadenas de supermercados.

Hasta aquí, todo normal: tras probar una tecnología, decides que es adecuada para tiendas pequeñas y vas a seguir usándola en ellas, y que para tiendas más grandes prefieres incorporar esa misma tecnología a un soporte más ambicioso que iba a estar ahí de todas las maneras, el carrito de la compra.

Sin embargo, algunos periodistas irresponsables y profundamente ignorantes tenían su propia versión de los hechos: dado que la noticia coincide con el despido de mil trabajadores en India, se inventa que esos trabajadores eran los que la compañía dedicaba a «espiar» a los clientes de los supermercados a través de las cámaras, y que por tanto, lo único que había hecho Amazon era llevarse la línea de cajas a otro sitio.

La frase no tiene desperdicio:

«Though it seemed completely automated, Just Walk Out relied on more than 1,000 people in India watching and labeling videos to ensure accurate checkouts. The cashiers were simply moved off-site, and they watched you as you shopped.«

(Aunque parecía completamente automatizado, Just Walk Out dependía de que más de 1000 personas en India vieran y etiquetaran videos para garantizar pagos precisos. Los cajeros simplemente fueron trasladados fuera del sitio y lo observaban mientras compraba.)

Escribir semejante estupidez revela una ignorancia tal sobre el funcionamiento de la inteligencia artificial, que el supuesto profesional que firma la noticia debería ser puesto directamente de patitas en la calle: lo único que los empleados en India hacían era, como en toda aplicación de inteligencia artificial, revisar algunos de los vídeos capturados en las tiendas para, completamente a posteriori, clarificar las dudas y mejorar el entrenamiento del algoritmo en casos límite. En algoritmos complejos en los que las posibilidades son múltiples, es completamente necesario disponer de personas que revisen y corrijan los casos en los que el comportamiento del cliente genera algún tipo de duda o error. En ningún caso se trata de que los empleados en India estén actuando como si fueran «cajeros en remoto», espiando al cliente en tiempo real y haciendo la cuenta de lo que va comprando, como la frase utilizada por el periodista claramente implica. De hecho, semejante idea, considerando la escala de las tiendas de Amazon, es simplemente ridícula, como lo es el que la compañía ofreciese esa tecnología a otros competidores. Más que ridículo, es absurdo.

Una nota de prensa publicada por Amazon posteriormente, al ver la dimensión de la estupidez colectiva y el lío que se estaba formando en torno a una idea tan ridícula e infundada, aclara todos estos términos y explica la realidad. No, ni la tecnología ha fracasado, ni dependía de mil indios mirándote por las cámaras, ni la compañía estaba «haciendo trampas» de ningún tipo. Simplemente, había un imbécil que jamás debería estar informando sobre tecnología y que desconoce que los algoritmos hay que entrenarlos, y que en lugar de estudiar, estaba aporreando las teclas. Una irresponsabilidad tanto del supuesto profesional, como del medio que le permite publicar esas estupideces. Y sobre todo, una llamada al lector para que ejercite un mínimo el sentido común cuando lee noticias de tecnología. O, tal y como están las cosas y viendo el nivel de algunos de los que ejercen la responsabilidad de informarnos, cuando lea sobre cualquier otra cosa.

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