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China y la digitalización del dinero en metálico

IMAGE: Modified from Annabelle Huang

China continúa como país más avanzado del mundo en la experiencia de digitalización de su moneda nacional, con la asignación de yuanes digitales en forma de lotería a ciudadanos para estimular su uso.

La idea del gigante asiático, un mercado en el que el uso de dinero digital está absolutamente implantado, pero en manos de compañías privadas como Alibaba con Alipay o Tencent con WeChat, es precisamente evitar el riesgo sistémico implícito en esa situación, y posibilitar que cualquier ciudadano pueda utilizar dinero digital con las ventajas que ello conlleva – pagos rápidos, seguros y baratos – sin necesidad de depender de esos dos gigantes privados.

El yuan digital, o eCNY, no es como tal una criptomoneda, no se basa transaccionalmente en la cadena de bloques, y es centralizada, emitida por el Banco Popular de China. Es, básicamente, una forma de digitalizar el dinero en metálico, de ahí su representación en forma de billete de toda la vida. Sin embargo, tampoco es anónima como tal – y de hecho, muchos acusan al gobierno de tratar de establecer más controles a la circulación de efectivo mediante su uso – y aunque posee un sistema de asociación flexible con la identidad del usuario, que puede simplemente vincular su monedero con un número de teléfono, las agencias que operan con yuanes digitales están obligadas a enviar los datos de las mismas al banco central de manera asíncrona, lo que posibilitaría el seguimiento de problemas como el lavado de dinero o la comisión de delitos.

En una sociedad tan acostumbrada al uso de dinero electrónico, la introducción de una moneda digital oficial ofrece múltiples posibilidades, empezando por movimientos de dinero más sencillos que podrían incidir en un mayor uso del yuan más allá de las fronteras del país (aunque no se ha definido como una prioridad), y siguiendo por la disponibilidad de más control y más grados de libertad sobre su política monetaria. De hecho, podría plantearse el uso de este tipo de monedas digitales como una forma de preparar a la población para un posible paso posterior al uso de criptomonedas, una vez que su adopción sea más generalizada y el ciclo de estabilización de su valor se haya completado.

China no es el único país que está avanzando en este tipo de iniciativas: Suecia lleva tiempo experimentando con su corona digital hasta el punto que ha tratado incluso de ralentizar la transición al dinero electrónico para evitar riesgos derivados de amenazas externas y la exclusión de determinados usuarios, Bahamas ha puesto en marcha el sand dollar, y muchos otros bancos centrales, entre ellos el europeo, especulan con su desarrollo.


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