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Chips y geopolítica, en El Mundo

IMAGE: Michael Dziedzic - Unsplash

Jorge Benítez, de El Mundo, se puso en contacto conmigo por correo electrónico para enviarme algunas preguntas sobre la llamada guerra de los chips, los factores geopolíticos implicados y la competencia entre los distintos países, y hoy publica su reportaje titulado «Cómo la guerra de los chips decidirá quién va a dominar el mundo: ‘una escalada bélica sería peligrosísima’» , en el que cita algunos de mis comentarios.

Una industria con una importancia obviamente muy significativa y decididamente creciente, pero en la que existen varias claves que resulta fundamental entender. La primera de todas ellas es que ninguno de los participantes en esta industria es nadie sin su cadena de suministro, y esas cadenas son, por naturaleza, muy complejas e implican a participantes de múltiples países. La idea de «capturo la fábrica de chips y obtengo su capacidad de fabricación» puede funcionar en el Risk y en otros juegos estratégicos de mesa, pero está muy alejada de la realidad, porque esa fábrica, en caso de caer bajo manos de una administración que el resto del mundo considerase hostil, dejaría de funcionar de manera prácticamente inmediata, incluso aunque se mantuviese completamente intacta.

La segunda consideración importante alude al doble uso de la tecnología: aunque los chips son importantes en la electrónica de consumo, también lo son en la industria militar, y esa característica otorga a la industria una consideración especial. Más capacidad de procesamiento, más velocidad, menor tamaño y consumo o prestaciones avanzadas de otros tipos son variables que generan más grados de libertad sea para fabricar smartphones – o, de manera más crítica, wearables – o para crear armas más mortíferas. Las luchas por dominar tecnologías inferiores a los tres nanómetros tienen mucho que ver con los mercados tecnológicos, pero también con las capacidades de los ejércitos. Sí, es triste: miles de años de evolución humana, y seguimos con estas cosas.

La tercera cuestión es la consideración de Taiwan como país que ha construido buena parte de su economía y que ha cimentado su PIB en la fabricación de este tipo de componentes, algo que le ha permitido obtener importantes beneficios y, aunque parezca mentira, protegerse de las ansias expansionistas – o, según ellos, de reunificación – del gobierno chino. Si Taiwan fuese una economía agrícola dedicada al cultivo de arroz, habría sido invadida hace mucho tiempo, y a muy pocos les hubiese importado.

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A continuación, las preguntas y respuestas que intercambié con Jorge sobre este tema:

P. ¿Cuál es en tu opinión la clave geopolítica de la guerra de los chips?

R. La clave geopolítica de la guerra de los chips es entender que hablamos de una industria compuesta por muchísimos actores distribuidos en todo el mundo, y que nadie puede ser tan ingenuo como para creer que puede tenerlos todos. TSMC puede ser un líder, pero no es nadie sin ASML, que es una compañía holandesa. Y ASML no es nadie sin las ópticas alemanas y sin otros componentes procedentes de otras compañías y otros países. La cadena de suministro de esta industria es multinacional en su esencia, enormemente compleja, y es imposible dominarla entera. Si China fuese capaz de invadir y dominar Taiwan, y controla TSMC, no tendría en realidad nada, porque dejaría de tener acceso a su cadena de suministro.

Los chips son componentes esenciales para una amplia gama de productos, desde dispositivos electrónicos de consumo hasta sistemas militares avanzados. El acceso a tecnología de vanguardia en semiconductores y la capacidad de producirlos a gran escala confieren una ventaja competitiva significativa en la economía y la seguridad nacional. En los últimos años, ha habido un aumento en la competencia y las tensiones entre las principales potencias mundiales, como Estados Unidos, China y Europa, en la industria de los chips. Estos actores han reconocido la importancia estratégica de tener una base sólida en la producción y el desarrollo de semiconductores para mantener su competitividad tecnológica y salvaguardar sus intereses nacionales. La guerra de los chips implica una serie de elementos geopolíticos clave:

  • En primer lugar, está el tema de la autarquía tecnológica, especialmente para aquellos países que dependen en gran medida de las importaciones de chips. La capacidad de producir y asegurar una oferta confiable de semiconductores puede ser vital para evitar vulnerabilidades en áreas críticas como defensa, infraestructura y comunicaciones.
  • En segundo lugar, está la cuestión del liderazgo tecnológico y la influencia económica. Las potencias mundiales compiten por liderar la próxima generación de tecnología de chips, como la inteligencia artificial, la Internet de las cosas y la computación cuántica. El dominio en estas áreas puede tener ramificaciones significativas, de nuevo, en la economía, la innovación y la seguridad nacional.
  • En tercer lugar, está la dimensión de la seguridad. Los chips pueden ser vulnerables a ataques cibernéticos y el control sobre la producción y la cadena de suministro de semiconductores puede tener implicaciones para la seguridad nacional. Existe la preocupación de que los chips fabricados en ciertos países puedan contener puertas traseras o funciones maliciosas que puedan ser explotadas por actores interesados.

La guerra de los chips, por tanto, tiene una clave geopolítica en la medida en que está relacionada con la competencia por el liderazgo tecnológico, la autonomía estratégica y la seguridad nacional. Los países están luchando por controlar la producción y el desarrollo de semiconductores para salvaguardar sus intereses económicos, tecnológicos y de seguridad.

P. ¿Cree que Europa está a tiempo para poder competir con China y EEUU por una mayor cuota de mercado?

R. Europa es un continente en el que existe la mano de obra especializada, la tecnología y la capacidad de fabricar chips, y la limitación está más en la voluntad de crear un clima que favorezca a estas compañías y las decida a asentarse en uno u otro país. No hablamos de acceso a mano de obra barata o a materias primas especializadas, sino de ser capaz de aplicar economías de aprendizaje de una forma consistente y de contar con ingenieros preparados para incorporarse a la fuerza de trabajo de estas compañías. No es sencillo, pero ASML es una compañía fuertemente especializada y es europea, y siguiendo ese ejemplo, muchas otras compañías de esa misma industria podrían estar en Europa, aunque sus cadenas de suministro se localizasen en medio mundo. Por tanto, si bien Europa enfrenta una competencia feroz de China y Estados Unidos, aún existen oportunidades para que mejore su posición en la industria de semiconductores: la inversión en investigación y desarrollo, la colaboración estratégica, las políticas adecuadas y el enfoque en la soberanía tecnológica son factores clave para que Europa pueda competir y aumentar su cuota de mercado en este campo.

P. ¿Hasta qué punto cree que la seguridad de Taiwán está supeditada a su poderío como fabricante?

R. Taiwan es un país muy interesante y ha sido capaz de establecer una ventaja competitiva gracias al expertise desarrollado por TSMC, pero no debemos olvidar que TSMC es una compañía que depende de muchas otras, y que cerraría al día siguiente si no le llegasen los suministros que necesita. TSMC es el mayor cliente de ASML, pero las máquinas de ASML no funcionarían sin los materiales y el expertise necesario para hacerlas funcionar. No se trata de algo tan sencillo como llegar y poner una factoría bajo control, y China lo sabe, de ahí que por el momento, haya preferido posponer sus interés por llevar a cabo lo que ellos consideran una reunificación de su territorio y hayan tratado de jugar sus cartas de otra manera, incluyendo tratar de convertirse en competitivos a la hora de fabricar sus propios chips. Pero eso no es tan fácil como simplemente ponerse a ello, e incluso con importantísimas inversiones – en parte lastradas por la corrupción interna – China sigue estando limitada a chips de tecnologías relativamente antiguas, generalmente de grosores poco competitivos. Llegar al nivel que tiene TSMC es cuestión de apalancarse hasta el límite en la curva de experiencia, y eso lleva, como su nombre indica, mucho tiempo.

Por otro lado, el poderío de Taiwan como fabricante de chips también le brinda una influencia significativa en las relaciones internacionales. La industria de semiconductores de Taiwan se ha convertido en un actor importante en el escenario mundial, proporcionando componentes clave para empresas y países de todo el mundo. Esto le otorga una plataforma para fortalecer sus relaciones diplomáticas y económicas, y también puede servir como un elemento disuasorio para posibles agresiones. Además, la industria de semiconductores es un motor económico vital para Taiwan que contribuye significativamente a su PIB y que genera empleo para una gran cantidad de personas. La prosperidad económica y la estabilidad social están estrechamente relacionadas con el éxito de la industria de los chips. Es decir, que aunque la seguridad de Taiwan no se limita únicamente a su poderío como fabricante de chips, la industria de semiconductores desempeña un papel crítico en su autonomía tecnológica, defensa nacional, relaciones internacionales, economía y empleo, y mantener su posición como líder en este campo es fundamental para salvaguardar su seguridad y su estabilidad de Taiwan en múltiples niveles.

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