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¡Las cookies o la pasta!!

IMAGE: Modified from Alexander Lesnitsky - Pixabay

Nunca había estado tan clara la disyuntiva: desde el momento en que Google decidió eliminar las cookies de tercera parte que permitían que nuestros datos, hábitos e intereses fuesen comercializados de manera inmediata a miles de compañías, han proliferado las páginas que exigen que permitas las cookies, o si no, amenazan o demandan directamente un pago por acceder a sus contenidos.

¿Que nos están diciendo con esto? Si eres usuario, por ejemplo, de Facebook, hay hasta unas 48,000 compañías que informan a Meta de todo lo que haces en la web o en tu vida: qué lees, qué te interesa, por dónde te mueves físicamente, cuándo entras o sales de casa, qué te lleva a comentar o a reaccionar, por qué productos o servicios te interesas, y de manera inductiva, cómo es tu estado de salud, cuál es tu clase social, tu religión, tus preferencias sexuales o políticas… todo lo que te imagines. To-do. Decenas de miles de asquerosas compañías espiándote constantemente y vendiendo o adquiriendo datos sobre ti.

Ese es el maldito desastre que hemos permitido que se construyese: algo obviamente ilegal, que supone una descomunal vulneración del derecho a la privacidad, y con el que ahora muchas páginas web pretenden amenazarnos: o aceptas ser una parte de este siniestro sistema, o te cobraremos. Tu pasta, o tus cookies, es lo que hay.

Examinemos ese chantaje: lo que nos están realmente diciendo es que o bien entregamos nuestra privacidad con todas sus consecuencias, o tendremos que pagar. ¿Tiene eso sentido, considerando que nuestra privacidad debería, en cualquier país civilizado, estar protegida por ley por el simple hecho de ser un derecho fundamental? ¿No debería estar prohibido exigir a alguien que renuncie a un derecho fundamental y amenazarlo con pagar si no lo hace?

«Oh, claro, pobrecitas páginas, ¿cómo van a ganar dinero entonces?» No, no es así. No te dejes engañar por ese razonamiento envenenado. Esas páginas podrían ganar dinero con publicidad como se ha hecho toda la vida, simplemente asumiendo que quien las visita tiene un perfil determinado y poniéndole anuncios en consecuencia. Anuncios genéricos, como los que se ponen en radio, en televisión o en prensa toda la vida. Hay muchos medios que ganan dinero sin necesidad de espiar miserablemente a sus usuarios. Pero claro, la codicia, como pecado capital que es, les lleva a querer más, y a exigir que les revelemos a toda costa quiénes diablos somos, para así poder almacenar toda esa información vinculada a nuestro perfil. ¿Por qué? Simplemente, porque así se la van a pagar mejor.

Pues mira, te la pagarán mejor… PERO DEBERÍA SER ILEGAL, porque me estás obligando a renunciar a mi derecho fundamental a la privacidad. Y haciendo lo que haces, estás colaborando con una actividad asquerosa, indecente y que genera una industria que nunca debería haber existido. Extorsionando a tus usuarios solo estás alimentando a esa industria asquerosa y forzándolos a que vendan algo que no debería nunca ser vendido: su individualidad, los datos que los caracterizan, e incluso preferencias que responden a datos, como la salud, las preferencias religiosas, sexuales o políticas, que están sujetos a especial protección. Pero te da igual: todo lo que quieres es mantener tu modelo de negocio por encima de todo, aunque en realidad solo contribuya a enriquecer a esas compañías y ni siquiera te dé un buen pasar a ti mismo.

Porque la tecnología posibilite algo, no quiere necesariamente decir que eso sea una buena idea, y la prueba la tenemos aquí. Hemos convertido la web en un maldito mercado persa en el que se comercializa constantemente nuestra privacidad. Si en una página te piden que aceptes las cookies o pagues, NO PAGUES. Date la vuelta, y sal de la página: encontrarás otros sitios más decentes que te proporcionen esa información sin pretender obligarte a renunciar a un derecho fundamental. O suscríbete si quieres, que es un modelo de negocio válido y nada hay de malo en ello… pero entonces, oblígales a asegurarte y a demostrar que no van a vender tus datos a nadie. O en misa, o repicando. No se puede tener todo.

Demuéstrales que hay otras vías, otras formas de hacer publicidad y de ganar dinero sin necesidad de que renuncies a tu privacidad. No aceptes que miles de compañías se dediquen a hacer obscenos negocios trapicheando con todos tus datos solo porque algunas páginas no quieren o no saben hacerlo de otra manera. Rompe con ese perverso sistema y diles que se metan sus cookies donde no vuelvan a ver el sol.


This article is also available in English on my Medium page, «Your money or your cookies

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