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La fiebre por el desarrollo de chips propietarios

IMAGE: Tesla

Gigantes tecnológicos como Google, Apple, Amazon, Tesla, Facebook o Baidu llevan algún tiempo haciendo públicas sus apuestas por el desarrollo de chips propios en lugar de, como habían hecho durante la mayor parte de su historia, utilizar chips estándar diseñados y fabricados por compañías especializadas en semiconductores.

Obviamente, ninguna de estas compañías plantea el desarrollo de un chip propietario como tal: el desarrollo de un chip forma parte de un complejo entramado industrial muy fragmentado en el que fases como el diseño de la arquitectura, la fabricación de la maquinaria necesaria, la fabricación de los chips como tales o incluso las pruebas son llevadas a cabo por diferentes compañías altamente especializadas, algunas de las cuales requieren fuertes inversiones en capital – una factoría como la de TSMC en Taiwan, por ejemplo, requiere decenas de billones de dólares y varios años para ser puesta en marcha.

Mediante diseños propios, estas compañías esperan obtener soluciones más adecuadas a sus propias necesidades, tales como un menos consumo, una capacidad mayor para el procesamiento de determinados tipos de datos, etc. de maneras que pueden diferir de las necesidades genéricas, y en este sentido pueden tener una cierta lógica de especialización. El caso de Tesla con su chip Dojo, diseñado específicamente para llevar a cabo el procesamiento y entrenamiento de algoritmos utilizando los millones de imágenes captadas por los sensores de sus vehículos, supone una ventaja porque en lugar de tratar de utilizar los chips que se emplean en supercomputación, se especializa en un tipo de operaciones más específicas: sin ser exactamente un supercomputador como tal, sí es susceptible de ofrecer una solución optimizada ante un tipo de análisis muy concreto. En otros casos, este tipo de compañías con necesidades más específicas promueven la investigación en, por ejemplo, el uso de otros materiales, dando lugar así a oportunidades para el avance de la fabricación de semiconductores en su conjunto.

Las grandes compañías tecnológicas se limitan a rediseñar arquitecturas, mientras que las fases de fabricación son subcontratadas a empresas especializadas. Por otro lado, les permite presionar a las compañías fabricantes ante eventos como la actual escasez de chips, aunque está por ver hasta qué punto ese poder de negociación derivado de la gestión de un diseño propio se confronta con, por ejemplo, las necesidades de una gran compañía automovilística que adquiere cada año cientos de miles de chips.

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Por otro lado, está por ver que este tipo de diseños a medida puedan rivalizar a estas alturas con el avance tecnológico experimentado por el diseño y la fabricación de semiconductores en general, y hasta qué punto lo que comienza siendo una ventaja competitiva y una oportunidad para la diferenciación no puede terminar siendo un problema cuando una nueva generación de chips, por ejemplo, pasa a estar disponible de manera generalizada y supera ampliamente en prestaciones a las anteriores, como puede ser el caso con la fabricación de chips de 2 o incluso de 1 nanómetro. Para aquellas compañías que optaron por el desarrollo de chips propietarios, esto implica, posiblemente, la necesidad de un costoso rediseño para adaptarse a la nueva disponibilidad de tecnologías más eficientes, o correr el riesgo de quedarse descolgados. Cabe destacar que, por lo general, el paso de un tipo de chip a otro supone un costoso trabajo de rediseño de arquitecturas y de reprogramación que puede resultar comprometido cuando se trata de compaginarlo con las necesidades de incorporación a gamas de productos ya en el mercado, y que no es tan sencillo como simplemente incorporar un nuevo modelo de chip.

En un momento dado, si ese proceso de adaptación de los chips propietarios no se lleva a cabo con la suficiente agilidad – y, obviamente, esas compañías no tienen el ritmo de actualización que corresponde a los fabricantes especializados en semiconductores, dado que no es ese su negocio – podríamos encontrarnos ante la paradoja de que uno de sus competidores llegue a obtener mejores resultados que ellos simplemente recurriendo a chips genéricos de una generación más reciente. La especialización y el diseño propietario, como siempre, tiende a tener esas dos caras: un chip propietario puede suponer una ventaja importante y una oportunidad para la diferenciación en el momento en el que lo obtienes, pero otra cosa muy diferente es la capacidad para mantener sus capacidades actualizadas a medida que la industria sigue progresando a su ritmo habitual.

En cualquier caso, un modelo de integración vertical que vuelve a poner de manifiesto la importancia de los chips en la economía actual y su capacidad de generar ventajas competitivas, al alcance únicamente de aquellos que pueden plantearse acceder a ellas.

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