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Clubhouse y la tracción

IMAGE: Clubhouse icon

Salvo que lleves un mes viviendo en una cueva y completamente incomunicado, es seguro que habrás oído hablar de Clubhouse, la aplicación de chats de audio en vivo lanzada en abril de 2020 y todavía en beta cerrada accesible mediante invitación, aunque en función de las inversiones recibidas esté ya alcanzando una valoración estimada en los mil millones de dólares.

La historia se cuenta rápido: dos amigos que se conocen desde 2011, que siguieron caminos independientes pero siempre vinculados con el ámbito de las apps y las redes sociales, y que reconectaron en 2019 para desarrollar Clubhouse. Lo lanzaron en marzo del año de la pandemia, y dos meses después, a pesar de estar en beta cerrada y en pleno confinamiento (o posiblemente gracias a ello), ya se había convertido en algo de lo que muchos hablaban en el entorno de Silicon Valley. En enero de 2021, pasaron a un sistema de invitaciones que les permitió extender más su base de usuarios, y los que teníamos cuenta allí empezamos a presenciar el habitual desfile de contactos conocidos que se unían a ella a un ritmo más que saneado.

La app comenzó a experimentar una fuerte tracción, que llegó a su punto álgido cuando el pasado domingo 31, a la diez de la noche (hora de San Francisco), Elon Musk (que según él hace una semana no sabía lo que era Clubhouse), creó un perfil en esa red, anunció su presencia a través de su cuenta de Twitter, y se pasó allí un rato largo hablando de muchos temas y recibiendo preguntas en abierto. A pesar de lo avanzado de la hora y del hecho de ser un domingo, la presencia de Elon se convirtió, como cabía esperar, en un potentísimo imán de atención: Clubhouse permitió que la primera sala de chat superase su límite de cinco mil personas, posibilitó después que se abriesen varias salas secundarias más que también se llenaron, y hasta que algunos fans retransmitiesen la charla en YouTube.

¿Cómo funciona Clubhouse? Muy sencillo: como conversaciones grupales en vivo y sin filtro. Un usuario puede abrir una sala, promocionarla como quiera dentro de Clubhouse o en cualquier otro sitio, y montar en ella una conversación sobre el tema que quiera, con los invitados que quiera, y los que se quieran unir. A partir de ahí, simplemente eso: conversación. Frente a las primeras críticas derivadas de su ausencia de moderación, la app ha ido escalando hasta los dos millones de usuarios, y gracias a conversaciones virtuales con celebridades como  DrakeKevin HartTiffany Haddish o ahora Elon Musk, ha visto incrementarse fuertemente su momento de popularidad. Ahora, Clubhouse permite rememorar aquellos momentos a los que estábamos acostumbrados hace casi diez años, cuando el panorama de las redes sociales aún era abierto y veíamos aparecer nuevas aplicaciones cada poco tiempo.

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La idea es sencillamente eso: conversaciones en vivo, controlados por uno o varios moderadores con la potestad de dar paso a cualquiera de los asistentes. Después, puedes, por tu cuenta, grabar esas conversaciones y convertirlas en podcasts para publicarlas en otros sitios (¡será por aplicaciones de podcasting!) , o simplemente, dejarlas como algo que sucedió y pasó – en el mejor estilo de las omnipresentes stories – como un medio efímero en el que si no estabas, es lo que hay… te lo has perdido. Como radio en directo, pero organizada en una sala virtual, con todos los participantes entrando a través de sus smartphones, y completamente gratuito. En el futuro, los planes de sus creadores parecen apuntar a un modelo de negocio basado en pagos por suscripción, con la posibilidad de que sus creadores más populares puedan ganar dinero gracias al uso de la plataforma, muy en el estilo de apps como Medium.

Como tal, la idea no puede ser más sencilla. Ahora mismo, si entras, puedes encontrarte de todo: desde personas contando chistes, hasta entrevistas más o menos interesantes, pasando por soliloquios, hilos temáticos o, por supuesto, muchas meta-conversaciones sobre el presente y el futuro de Clubhouse. Pero las ideas, aunque parezcan sencillas, no basta con ponerlas en práctica: además, hay que hacerlo bien. Y por el momento, Clubhouse ya ha conseguido esa importantísima primera fase de tracción que en tantas ocasiones condiciona lo que va a ser su futuro, no parece haber cometido grandes errores, y hasta apunta maneras para lograr consolidarse.


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