appsdevelopmentevolutionfeedbackGeneralmanagement

Las apps, su espiral descendente… y el management

IMAGE: OpenClipart Vectors - Pixabay (CC0)

En un muy recomendable artículo, «Apps getting worse» , Tim Bray reflexiona, desde su amplia experiencia, sobre las razones que llevan a muchas apps a evolucionar de manera descendente, a hacerse cada vez peores con el tiempo, y llega a una conclusión que puede aplicarse ,muy bien a la gestión de equipos de desarrollo: los responsables de producto, cuyo supuesto trabajo es coordinarse con actores como los clientes, la administración y los ingenieros para definir qué deben hacer los productos, están permanentemente incentivados para hacer cambios, para incorporar funcionalidades o modificaciones atrevidas en la interfaz, a parecer visionarios, si quieren ser reconocidos y mejorar en su carrera profesional.

Un buen responsable de producto nunca se conforma con la idea de que todo funciona bien, con que los usuarios están satisfechos o con que haya que dejar la aplicación como está. Los sistemas de valoración de las compañías tienden a incentivarlos por ser audaces, por cambiar cosas, por reimaginar funciones, o por supuesto, por incorporar tendencias actualizadas de diseño o de herramientas. Y es precisamente esa tendencia, la de tener un responsable de producto que vive de demostrar que tiene constantemente ideas nuevas y lo evoluciona, lo que lleva a una progresión que tiende a hacer las apps cada vez peores.

El resultado de esa práctica es que las apps que utilizamos habitualmente están incorporando constantemente cuestiones que, en la inmensa mayoría de los casos, no nos hacen la más mínima falta, porque funcionaban perfectamente bien como estaban. Los cambios constantes generan una dinámica de aprendizaje constante, de reubicación de funcionalidades o de confusión, simplemente porque un responsable de producto necesita justificar su salario y demostrar que está haciendo algo.

Una vez más, un problema de control de gestión: si incentivas un comportamiento determinado, tenderás a obtener mucho del mismo, independientemente de que eso no mejore en realidad el producto o termine con la paciencia de muchos usuarios, hartos de cambios absurdos. Si añadimos a esto algunas cuestiones adicionales, como cuando el desarrollo está externalizado a un tercero, la tendencia se exacerba mucho más, y las apps empeoran en una espiral descendente completamente absurda, en la que llegamos a plantearnos si queda alguien dentro del equipo de desarrollo o de la propia compañía haciendo uso de ellas, y cómo puede no darse cuenta de su progresivo deterioro. Con sinceridad, hay apps que cada vez que veo que se actualizan, me entran sudores fríos, y eso que soy profesor de innovación y me gusta probar cosas.

Es una idea que Bray aplica al desarrollo de apps, pero que muy posiblemente pueda generalizarse a otros muchos ámbitos dentro del management. Muy posiblemente, dentro de unos límites, tus usuarios o clientes valorarían que mantuvieses funcionando las cosas que funcionan y les gustan, sin que la obsesión por reinventarlo todo los lleve a tener que invertir constantemente tiempo en entender qué es lo que ha cambiado esta vez. El viejo aforismo de «si funciona no lo arregles» puede ser, sin que ello nos lleve a un absoluto inmovilismo, un buen principio para entender muchas cosas.


This article is also available in English on my Medium page, «Apps: can we have a bit more of “if it ain’t broke, don’t fix it” please?«


Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button