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Los dilemas del trabajo y la automatización

IMAGE: Mohamed Hassan - Pixabay

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «Futuros robóticos» (pdf), y es un intento de revisitar el tema de la automatización al hilo de los cada vez mayores avances tecnológicos que la posibilitan.

Las tecnologías destinadas a la automatización de muchas tareas siguen recibiendo atención e inversión: así hablemos de conducción autónoma, de transporte de mercancías, de trabajos en el hogar, de reparto logístico de última milla, de construcción o de tareas diversas en el ámbito de la agricultura, la realidad es que hablamos de cada vez más trabajos que se encuadran dentro de un creciente riesgo de automatización.

Una de las presas más grandes de China, que producirá más de cinco mil millones de kWh anuales de electricidad, está siendo construida íntegramente por robots. Hay numerosas compañías trabajando en el desarrollo de robots humanoides, y hasta se habla cada vez más – ya no solo en literatura o en series de televisión – del desarrollo del robot sexual. Hasta en la frontera sur de los Estados Unidos, en lo que podría parecer un homenaje al episodio «Metalhead» de Black Mirror, se están llevando a cabo pruebas con perros robóticos en labores de vigilancia.

la automatización ya no es simplemente una cuestión de los trabajos de las 4D (Dull, Dirty, Dangerous and Demeaning), sino algo que avanza en todos los ámbitos. Si quieres explorarlo, echa un vistazo a la muy documentada página «Will robots take my job?«: yo, como profesor de post-secundaria, estoy en relativa buena situación, pero decididamente, no todos pueden pensar lo mismo.

Por otro lado, vivimos un momento muy interesante: en Corea de Sur, en muchos tipos de trabajos industriales, la automatización se está produciendo a cada vez mayor velocidad como resultado de una ley, la Serious Accident Punishment Act (SAPA), que impone responsabilidades penales derivadas de muchos tipos de accidentes laborales, en un ejemplo muy interesante de cómo una ley destinada en principio a proteger a los trabajadores podría convertirse en una manera de enviarlos antes al desempleo.

Que la automatización seguirá progresando y que será cada vez más capaz de desarrollar más y más tareas es algo evidente e innegable, como lo es el hecho de que muchas de esas tareas estarán mucho mejor desarrolladas cuando las haga un robot con el correspondiente entrenamiento. A partir de aquí, podemos simplemente esperar a que nos toque y encomendarnos a la suerte para que no lo haga antes de nuestra jubilación, o empezar a diseñar sistemas para romper la asociación entre trabajo y subsistencia, repensando la naturaleza del trabajo y buscando mecanismos para que, cuando no lo tengamos, no nos quedemos completamente desguarnecidos y sin ningún tipo de recurso.

Que los robots hagan nuestro trabajo no tendría por qué ser una mala noticia en términos de evolución de la sociedad, si no fuera porque carecemos de sistemas que nos permitan vincular la subsistencia a otros elementos diferentes a ese trabajo. La tarea, además, no es tan sencilla como «poner impuestos a los robots«, una idea que peca de un enorme simplismo, sino que supone un completo replanteamiento de la naturaleza del trabajo y de las relaciones laborales. Pero lo que está claro es que retrasando ese debate, solo estaremos prolongando una situación cada vez peor para más personas.

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