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China y las guerras comerciales

IMAGE: Rita Chou - Unsplash

En una conferencia de prensa ayer lunes, Mao Ning, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, ofreció una conferencia de prensa en la que afirmó que mediante el establecimiento de varias prohibiciones y restricciones en los Estados Unidos sobre la red social TikTok, el país «está tratando de privarlo de los derechos de desarrollo y perpetuar su propia hegemonía» así como de «robar su autonomía tecnológica» mediante la supresión de sus compañías tecnológicas.

La acusación resulta como mínimo curiosa viniendo de quien viene: a lo largo de la historia reciente de la tecnología, solo unas pocas compañías, notablemente Huawei, ZTE y algunas otras como DJI, han sido objeto de restricciones en los Estados Unidos, restricciones que nunca he apoyado y que afectan fundamentalmente a la capacidad de los productos de esas compañía para ser incorporados a determinadas licitaciones públicas o relativas a infraestructuras de especial criticidad. En este momento, con la guerra comercial en su momento de máxima intensidad, la lista de compañías chinas sujetas a restricciones asciende a cincuenta y nueve.

En el sentido contrario, la historia es, como todos sabemos, muy diferente. Muchas compañías tecnológicas han tenido completamente prohibido operar en China o tratar de acceder a su mercado. En muchos casos, esas prohibiciones han permitido que compañías chinas copiasen de manera exacta el modelo de negocio de compañías norteamericanas exitosas, y se estableciesen en su descomunal mercado sin oposición ni competencia de ningún tipo más allá de la doméstica. Servicios como Facebook, Instagram, Gmail, Hootsuite, Pinterest, Reddit, Snapchat, Slack, Spotify, Twitch, Twitter, WhatsApp o YouTube, por citar tan solo algunos conocidos, tienen completamente restringidas sus operaciones en China, hasta el punto de que ni siquiera se puede acceder a sus páginas sin utilizar para ello algún tipo de mecanismo, en principio prohibido, como una VPN.

China ha establecido condiciones muy rígidas sobre las compañías que pretendían operar en su mercado, que van desde porcentajes de directivos procedentes del país, hasta requisitos de participación en el capital en las subsidiarias, y más notablemente, condiciones draconianas de acceso a los datos de los usuarios. Algunas compañías como Google, tras tratar de operar en China, han tenido que retirarse debido a las absolutamente irracionales peticiones de información que la administración china exigía periódicamente, que eran obviamente susceptibles de poner en peligro a sus usuarios.

El tipo de restricciones planteado por China sobre las compañías occidentales ha sido siempre completamente innegociable y taxativo. Hablamos además de compañías que planteaban exactamente los mismos servicios en China que ofrecían en otros países. En el caso de TikTok, hablamos de una compañía que no solo diferencia claramente los servicios que ofrece en su mercado doméstico – una red educativa y bienintencionada cuyo uso, aún así, se restringe a unas pocas horas a la semana para los menores de edad – de los que ofrece en el exterior, en donde la información que fluye no está sujeta a restricción alguna y está característicamente llena de desinformación y contenidos nocivos que van desde los daños autoinflingidos o la explotación sexual infantil hasta los desórdenes alimenticios o el suicidio. La compañía ha espiado expresamente a periodistas occidentales, ha afirmado que sus trabajadores tenían acceso total a los datos de los usuarios de otros países, y ha demostrado tener herramientas de manipulación capaces de viralizar en cualquier momento el contenido que les viene en gana, con total arbitrariedad.

Dejando aparte que los Estados Unidos tengan un evidente interés en mantenerse como potencia hegemónica y en intentar dificultar el ascenso de China a ese papel, ¿no es evidente que existe una notable desmesura en la forma de plantear esta cuestión? ¿Cómo puede un país que ha restringido de manera brutal a todas las compañías occidentales echarse las manos a la cabeza y protestar cuando una de sus compañías, que se ha comportado de manera completamente irresponsable y carente de todo principio ético, es objeto de restricciones?

Odio TikTok: es una compañía que quiero tener lo más lejos posible. Odio también las restricciones y prohibiciones, y me parecen medidas que deben tomarse con muchísima mesura, solo como último recurso. De hecho, ni siquiera sé si es bueno dar el paso de prohibir TikTok, y si los efectos de tal prohibición no terminarán generando una atracción todavía mayor de la que ya ejerce. Pero a todos los efectos, TikTok es para China la devolución de las guerras del opio a Occidente, y por pura y simple reciprocidad, se merece cualquier medida que tomen en su contra.

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