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El adiós de los fundadores

IMAGE: Tech founders

Mi columna de esta semana en Invertia se titula «Twitter y la segunda generación de directivos en las tecnológicas» (pdf), y habla del cambio generacional que lleva tiempo produciéndose en muchas de las compañías tecnológicas que han sido protagonistas de eso que algunos llaman «la quinta ola de la innovación«, la representada por la revolución de internet y la tecnología.

La salida de Twitter de su cofundador, Jack Dorsey, deja cada vez menos compañías históricas dentro del entorno de la tecnología dirigidas por las mismas personas que las fundaron, y es interpretada por muchos como el fin de una era, o como la necesidad de que los proyectos crezcan más allá de la idea original que tuvieron aquellos que los crearon.

Los fundadores de las grandes empresas tecnológicas que han cambiado la forma en la que buscamos información, nos comunicamos, compramos, trabajamos o utilizamos dispositivos abandonan la dirección activa de sus compañías por motivos que van desde la muerte, en el caso de Steve Jobs, hasta el cansancio, o simplemente la incapacidad para seguir haciéndolas crecer o evolucionarlas adecuadamente. Tras los fundadores, llegan directivos profesionales, personas generalmente con mucha experiencia y trayectorias interesantes en la misma compañía o en otras, pero que carecen de ese vinculo paternal con el proyecto.

Cuando los fundadores se van, las compañías pueden perder una parte importante de su identidad, aunque la compañía no necesariamente sufra por ello. Hay casos, como el de Microsoft o el de Apple, en los que las compañías, gracias a la llegada de un nuevo directivo, fueron capaces de crecer muchísimo más o de liberarse de determinadas formas de hacer las cosas que las convirtieron en más competitivas. Si bien muchos siguen argumentando que «la Apple de Steve Jobs era más innovadora», la realidad muestra lo contrario: bajo la dirección de Tim Cook, la compañía se ha hecho no solo mucho más grande, sino que ha entrado en muchas más categorías de productos y servicios de las que Jobs nunca soñó con reinventar. El caso de Microsoft, con un Satya Nadella que fue capaz de deshacer los errores de Steve Ballmer y de volver a llevar a la compañía a la senda del crecimiento, es también paradigmático.

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En otras ocasiones, hablamos de directivos que, simplemente, habían tocado techo, como es el caso de Jeff Bezos, y tenían ya interés por abandonar la dirección operativa y pasar a hacer otras cosas. En cualquier caso, hablamos de la salida de la toma de decisiones en el día a día de figuras importantísimas, que se han convertido en prácticamente históricas en su dimensión y en el conjunto de cambios que han significado para la sociedad, y de un fenómeno que sobrepasa lo puramente generacional y entra en cómo las necesidades de las compañía cambian desde su fundación y crecimiento, hasta el momento en que salen a bolsa y se dedican a responder a otro tipo de prioridades. Al principio, mucha pasión, empeño y liderazgo basado en la legitimidad que trae consigo crear una compañía desde cero. Después, una gestión más profesional, más aséptica, más pragmática, menos pasional, llevada a cabo por perfiles indudablemente brillantes compensado mediante importantes salarios y paquetes accionariales.

Para los viejos del lugar, un momento que acarrea cierta nostalgia. Veremos como esta segunda generación se enfrenta a los no pocos retos que la primera, la de los fundadores, dejó en el aire.

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