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La cuantificación personal y el análisis de orina

IMAGE: Vivoo

Es una de las facetas del llamado quantified self, o cuantificación personal, que no había probado todavía, y un tema que me despertaba cierta curiosidad: la posibilidad de convertir en rutinaria y casera una analítica que los médicos suelen pedirnos con relativa frecuencia, la de orina, y utilizarla no tanto como herramienta diagnóstica algo que sería probablemente poco recomendable, sino como indicador de nuestra salud general.

Los tests de orina para hacer en casa existen desde hace relativamente bastante tiempo, aunque por lo general, suelen dedicarse a alguna funcionalidad específica: para detección de infecciones urinarias, para diabéticos, para detección de drogas, etc. Algunas compañías, no obstante, comienzan a enfocarse simplemente a la monitorización de la salud, como forma de aconsejar sobre hábitos alimenticios o de vida, y me pareció interesante probar alguna de ellas. Me decidí por Vivoo, y recibí en casa una pequeña carpeta con instrucciones y cuatro tiras de tests.

Funcionamiento completamente obvio: descargar la app, rellenar unos cuantos datos básicos de salud (fecha de nacimiento, peso, altura, género, nivel de actividad habitual, consumo de alcohol o tabaco, enfermedades crónicas y hábitos alimenticios) y un objetivo (comer sano, perder o ganar peso, gestión de la dieta, saber más sobre mi cuerpo u otros), simplemente extraemos la tira de test de su estuche, y tras descartar el primer caudal de orina, podemos o bien impregnarla directamente orinando sobre ella, o bien recolectar algo de orina en un bote e introducir la tira brevemente en él. Cuando todos los recuadros están convenientemente impregnados, la app lleva a cabo una cuenta regresiva de medio minuto, y nos permite tomar una imagen de la tira con la cámara, para lo que es recomendable haber localizado previamente un lugar adecuado sin sombras (las típicas luces LED múltiples de techo de cuarto de baño tienden a generar muchas, lo que puede dar problemas a la hora de estimar el color).

A partir de la imagen, la app analiza el color de los recuadros, y establece una serie de parámetros que evalúa de cero a diez: hidratación, pH, proteína, cetonas, estrés oxidativo, sodio, magnesio, calcio y vitamina C. Además, permite conectarla con Apple Health para registrar esos niveles y, además, recibir los de actividad, sueño y ritmo cardíaco si se registran habitualmente, que son utilizados también en la propia app para hacer recomendaciones. Con los datos de la analítica y los de actividad, establece además una puntuación de bienestar general.

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A partir de ahí, la app establece esos niveles y, con la recomendación de un test semanal, permite su control habitual, además de hacernos recomendaciones – de manera un tanto excesiva en cuanto a frecuencia, al menos para mí, lo que resulta preocupante si tenemos en cuenta lo aparentemente laxo de su política de privacidad – con respecto a temas como dieta, ejercicio, hidratación, etc. Mi caso es bastante rutinario y sin problemas reseñables, pero me recomienda, por ejemplo, comer coliflor esta semana para contribuir a una orina menos ácida, comer queso para mejorar mis niveles de sodio o incrementar la ingesta de vitamina C, además de otras muchas cosas que puedes, si quieres, marcar como completadas o indicar que no puedes hacerlas (si no te gusta un alimento, o no puedes seguir el consejo correspondiente por la razón que sea).

Los paquetes de tiras de análisis tienen un precio de entre $5 y $10 según la cantidad adquirida (entre los $40 por cuatro tests, y los $239 por 48 tests, suficientes para un año). Como he comentado al principio, la compañía especifica claramente que sus tests no son una herramienta diagnóstica, sino un asistente para proporcionar consejo personalizado sobre hábitos de nutrición y estilo de vida, pero para quienes quieran tener algo más de información sobre su propio cuerpo, me parece, como mínimo, interesante, y parte de una tendencia de futuro a disponer de la monitorización habitual de más información de los que obtenemos simplemente con las analíticas que nos hacemos en un chequeo anual (o ni eso) o cuando nos las pide nuestro médico para intentar diagnosticar alguna dolencia.

Obviamente, cuando hablamos de quantified self, un tema sobre el que escribo a menudo, no hablamos de algo imprescindible en absoluto, sino de una forma de tener más información sobre nosotros mismos, algo que a muchos les parece completamente superfluo o, en algunos casos, incluso rayano en la hipocondría, pero que forma parte de una tendencia clara, en países desarrollados, hacia la monitorización preventiva dentro del cuidado de la salud, que algunas especialidades médicas empiezan a ver con un cierto interés, y que en algunos casos puede ayudar a mantener hábitos más saludables.

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