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La inminente digitalización de la agricultura

IMAGE: 41330 - Pixabay

La inminente digitalización de la agricultura es una de esas paradojas que están teniendo lugar ante nuestros ojos, pero que nos resistimos a creer, víctimas de estereotipos enormemente asentados durante siglos.

La idea de que la agricultura es una actividad humilde y extractiva lleva tiempo cambiando, y no siempre lo ha hecho en el sentido adecuado. La gran revolución de la actividad vino de la incorporación de los abonos con fósforo y de los pesticidas, que generaron enormes ganancias en productividad, pero también efectos secundarios muy complejos e insostenibles, desde la polución y sobrefertilización de muchos ecosistemas, hasta la desaparición de numerosas especies animales.

Sin embargo, es evidente que la interacción entre agricultura y tecnología no siempre tiene que moverse en esa dirección de productividad a toda costa sin tener en cuenta las consecuencias. Actualmente, el cultivo de muchas especies vegetales no tiene ya absolutamente nada que ver con lo que la mayoría imaginamos: una gran cantidad de los vegetales que consumimos, por ejemplo, no han llegado a conocer nada parecido a la tierra de cultivo: crecen en ambientes estériles sobre sustratos hidropónicos, como las lechugas de la imagen, y generan productividades insospechadas sin un impacto excesivamente nocivo sobre el medio ambiente.

Pero más allá de la ultraespecialización que convierte a las plantas de producción prácticamente en laboratorios, existe una creciente variedad de tecnología destinada a la automatización del campo que ofrece productividades cada vez mayores y permite, incluso, evitar muchas de las intervenciones más nocivas. La llamada Agricultura 4.0, o digitalización de la agricultura, posibilita mejores usos del terreno y técnicas menos agresivas con el medio ambiente gracias a, por ejemplo, la hiperabundancia de robots que permiten una monitorización constante de los cultivos y la automatización prácticamente total de operaciones antes muy intensivas en mano de obra, como la recolección.

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Es la llamada agricultura de precisión, que cambia el perfil del agricultor y lo convierte, cada vez más, en un profesional especializado con una elevada afinidad tecnológica capaz de plantearse desde hackear un tractor hasta incorporar drones o tecnologías agrivoltaicas a lo que tradicionalmente tendíamos a conocer como una actividad tradicional. Infraestructuras que permiten usos duales del terreno como la obtención de energía eléctrica mediante paneles solares posibilitan también dar soporte a otras, como la robótica avanzada, que transforman metodologías extensivas y basadas sobre todo en el aporte natural de recursos como el agua o de luz, en otras que permiten un aprovechamiento mucho más intenso de los recursos, y generalmente con un componente muy superior de circularidad – por puro pragmatismo y esquema de costes – como la compostización de residuos.

La digitalización de la agricultura es una de esas evoluciones destinadas a hacer posible que podamos alimentar a una población aún creciente, mediante recursos que no sean obtenidos de manera extractiva y predatoria, sino con metodologías asentadas sobre la sostenibilidad. La agricultura, ante su Tesla moment, el que define quiénes van a poder ser competitivos en la actividad y quiénes se convertirán en reliquias del pasado que generan productos intrínsecamente menos deseables. La atracción tradicional que conocíamos de un producto cultivado de forma supuestamente natural se ha convertido desde hace mucho tiempo, en la práctica, en productos con tal aporte de fertilizantes y pesticidas que tienen muy poco de naturales, lo que permite que consumidores cada vez más formados vayan optando por productos obtenidos mediante agricultura orgánica y de precisión, basados en esas metodologías menos agresivas. La atracción de lo tradicional, con algunas excepciones claramente no escalables, hace tiempo que dejó de ser lo que era.

Lo que antes eran anécdotas de algunos profesionales adelantados a su tiempo o de vendedores de soluciones tecnológicas, ahora van generalizándose cada vez más. El futuro es la digitalización de la agricultura. Y no vamos a tardar demasiado en ver cómo se convierte en realidad.


This article is also available in English on my Medium page, «How the digitalization of agriculture will sort the wheat from the chaff«

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