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La extrema improbabilidad del "protocolo de internet nativo para las redes sociales" que propone Jack Dorsey

Jack Dorsey ha escrito en su lista de correo regresando a un tema recurrente en su discurso en los últimos años. La idea de que desde el principio Twitter era una nueva forma de comunicación y que su fórmula ideal es la de un protocolo abierto en internet. Así sería más parecido al correo electrónico o a la web que a Facebook o Instagram. De ahí el lema de su proyucto, Bluesky, que reza “De las plataformas a los protocolos”

La discusión no es nueva. Llevamos décadas debatiendo sobre el poder de las plataformas y los muros vallados, sobre la centralización y sus peligros. Desde que empecé a bloguear estoy a favor de la propuesta actual de Dorsey, conforme ha ido evolucionando la web me he hecho más escéptico de que vaya a suceder

Sobre por qué estoy de acuerdo con él casi que puedo recuperar lo que escribía ¡en 2010!:

Si nos paramos a analizar el poder de grandes centralizadores de datos y, más concretamente, de los servicios de redes sociales tipo Facebook o Tuenti encontramos un montón de aspectos por los que deberíamos preocuparnos: son capaces de ejercer la censura decidiendo qué enlaces podemos compartir y cuáles no, pueden cambiar las reglas de privacidad o hacerlas tan confusas que perdamos el control de la misma, van a explotar publicitariamente los datos personales que dejemos allí, son un central nuclear de la privacidad con el peligro que ello conlleva, acumulan cada vez más poder con estándares y APIs que controlan

Ya entonces consideraba que la “red social distribuida” era un asunto mitólogico que no íbamos a alcanzar, pasados 12 años toca reafirmarse. Tenemos que la centralización favorece la experiencia de usuario: acorta los clicks para cada acción, favorece el descubrimiento, simplifica cada proceso. El poder de control de la plataforma también es mayor capacidad para atajar el spam, los intentos de estafa, la usurpación de identidad.

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Mi impresión es que Dorsey detecta un malestar en cierto público por el control que ejercen las plataformas y por la relación cada vez más extrecha entre ellas y los gobiernos para influir en la opinión pública. El caso es que creo que subestima otro malestar creciente, que está prevaleciendo frente a visiones de máximos de la libertad de expresión:

El caso es que veo imposible un giro radical de Twitter o del resto en materia de intervención censora. Y el motivo es que, realmente, los usuarios no quieren una propuesta maximalista “a lo primera enmienda de Estados Unidos”. La relación del ciudadano con la libertad de expresión ya no es la de lector o espectador, es a menudo la de un actor que ha recibido y sufrido la capacidad de otros para discutir sobre sus posiciones, su vida, su pasado y hasta su foto de perfil. 

Nuestro estar en el metaverso nos ha traído problemas de celebrities y ante eso hay tres caminos: o desarrollas una piel de elefante que te permite soltar lo primero que piensas y asumir las consecuencias, o te autocensuras convirtiéndote en receptor que apenas intervienes o, y esto creo que es lo que predomina, quieres participar pero reclamas una cierta protección ante lo que asumes como una forma de violencia contra ti.

Apunta Dorsey que al igual que hay empresas que han hecho negocio adheriéndose a procolos abiertos como el correo o la web, las habrá que lo consigan sobre este futura red social distribuida de similar filosofía. Es plausible pero incompleto, hay que apuntar a que la diferencia de negocio entre unos – centralizados, con APIs controladas y protocolos propietarios – es de varios de órdenes de magnitud superior frente a quienes contruyen sobre la web sólo o el correo. Facebook, Twitter, Instagram, Tiktok, WeChat, Youtube, Whastapp, Pinterest… no hay fenómenos con su nivel de usuarios y negocio generado que sean simples webs o clientes de correo (entiéndase, todos esos sitios usan la web o el correo pero son feroces con la “propiedad” del usuario, sus datos y contenidos)

Por el lado de los usuarios creu que Jack sí plantea (profundiza en el tema Stephen Wolfram) un valor nuevo en su forma de plantear las redes sociales: una suerte de mercado de algoritmos de moderación. Los explica así

Lo que me lleva al último principio: la moderación. No creo que un sistema centralizado pueda moderar el contenido de forma global. Sólo puede hacerse mediante algoritmos de clasificación y relevancia, cuanto más localizados mejor. Pero en lugar de que una empresa o un gobierno los cree y controle exclusivamente, la gente debería poder crear y elegir los algoritmos que mejor se ajusten a sus criterios, o no tener que utilizar ninguno.

Con sistemas de inteligencia artificial lo suficientemente avanzados podríamos elegir cada uno la moderación que se adecúe a nuestro criterio: un algoritmo podría ser de máximos de libertad de expresión y tendería a eleminar sólo lo que está en principio perseguido por la ley (usurpación de identidad, scams, pornografía ilegal), otro podría ser muy estricto y configurarse para filtrar todo lo que se considerase “odio” y añadir un verificador tipo Maldita para cualquier contenido en discusión.

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Sería una nueva dimensión de las cámaras de eco, quizás preferible a la tensión que se produce – y que observamos en las semanas de Twitter en manos de Elon Musk – cuando muchos usuarios se sienten censurados o manipulados cuando se modera bastante y otros tantos cuando se abre la mano y se toleran más posiciones menos moderadas. La pregunta es si esto podría hacerse con un sistema centralizado, si Twitter podría preguntarte qué prefieres y ajustar la experiencia. Y creo que la respuesta es que sí.

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No es de extrañar que sea un millonario tecno idealista quien promueva estas ideas. La mayoría de la gente está comprando billete en la tecno desilusión – incluidos algunos medios tecnológicos, no sólo la prensa generalista que lleva ahí instalada años – y el mundo de la inversión y el emprendimiento no tiene incentivos para subirse en el tren de Jack. Creo que su idea de protocolo de internet nativo para las redes sociales es extremadamente improbable. Ojalá le salga bien

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