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Un Transformer en la luna

IMAGE: Takara Tomy / Robotstart

La agencia espacial japonesa, JAXA, culminó su última misión a la luna con el alunizaje de su módulo SLIM, Smart Lander for Investigating Moon, el pasado 19 de enero, convirtiendo así a Japón en el quinto país en llevar a cabo un alunizaje controlado sobre el satélite.

No todo fue bien, sin embargo. Al cabo de muy poco tiempo, los monitores mostraron que las baterías del módulo se estaban agotando rápidamente, lo que llevó a la agencia a apagarlo a las dos horas y media del alunizaje para preservarlas. Tras las primeras investigaciones, parece que durante el proceso de acercamiento, uno de los propulsores se apagó momentáneamente y provocó que el módulo terminase llegando a la superficie lunar en posición inversa, es decir, cabeza abajo, lo que impide que sus paneles solares generen energía como estaba previsto. La fotografía que muestra a la nave en esa posición sobre la superficie lunar es sencillamente impresionante.

No todo está perdido: parece ser que los paneles solares pueden aún generar pequeñas cantidades de energía en una orientación determinada, y que eso podría servir para que algunos de los objetivos de investigación de la misión se cumpliesen. Pero más allá de esto… ¿cómo se obtiene una fotografía tan cercana y de tan buena calidad de una nave que ha aterrizado de manera accidentada en la superficie de la luna, a unos 384,400 km de nuestro planeta? La Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de NASA, que lleva ya catorce años orbitando la luna, ha confirmado que el módulo japonés está donde debía estar, pero la imagen que ofrece es simplemente un punto borroso, correspondiente a la resolución existente con la tecnología de cuando esa nave fue lanzada en 2009, y no permitiría de ninguna manera saber en qué posición se encuentra o qué tipo de problema tiene.

La cuestión me ha resultado muy llamativa: resulta que justo antes del alunizaje, y según lo previsto, dos minúsculos rovers del tamaño aproximado de una pelota de tenis (ocho centímetros y unos doscientos cincuenta gramos), llamados SORA-Q, se separaron del módulo, y cayeron a cierta distancia de él. Esos pequeños rovers esféricos, tras caer en la superficie lunar, se abrieron como si fueran Transformers y desplegaron dos cámaras, delantera y trasera, que llevaban en el interior de la esfera, mientras las dos mitades separadas de la esfera pasaron a ser las ruedas del rover y desplegaban también una pequeña cola estabilizadora. Esos rovers pueden, a partir de ese momento, desplazarse de manera controlada sobre la irregular y arenosa superficie lunar y obtener imágenes del entorno, lo que incluye ser capaces de acercarse al módulo y enviar las imágenes que han permitido entender qué había pasado.

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Cuando comento que se parece a un Transformer, además, no es por casualidad: resulta que la compañía que ha colaborado en el diseño y fabricación de los rovers es Takara Tomy, una empresa juguetera japonesa conocida entre otros por la famosa franquicia.

Un pequeño robot del tamaño de una pelota de tenis fabricado por una compañía juguetera japonesa, moviéndose por la luna y enviándonos imágenes. A eso se le llama elevar tu fama y demostrar lo que la tecnología es capaz de hacer…

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