climate emergencydecarbonizationfossil fuelsGeneralglobal heatingoil companies

El fin de los combustibles fósiles

IMAGE: Steve Mayfield

Recurro al conocido gráfico del peak oil creado por Steve Mayfield para tratar de dejar claro hasta qué punto el uso de combustibles fósiles ha sido, en perspectiva histórica, un pequeño momento en la historia de la humanidad: el tiempo en que los seres humanos pensaron que podían dedicarse a quemar esos líquidos y gases extraídos del interior del planeta, y que ello, misteriosamente, no tendría consecuencias de ningún tipo(aunque en realidad, sus consecuencias reales eran bien conocidas desde hace más de cuarenta años).

Lo inane de las conclusiones de la COP26 en Glasgow refuerza la idea de que todo lo que no conduzca a dejar de extraer y utilizar combustibles fósiles es pura distracción inútil. A todos los efectos, la era de la abundancia de combustibles fósiles ha terminado, y lo que viene a partir de ahora es la salida de esa era. Para toda una industria, lo que viene es el sálvese quien pueda.

Un miembro de la OPEP conmina al resto de países de la asociación a invertir más en energías renovables y a pasar de ser compañías petrolíferas a ser simplemente compañías de producción de energía. Harvard, como otras entidades y varios fondos soberanos, desinvierte en todo lo relacionado con los combustibles fósiles, mientras las agencias de publicidad se plantean dejar de ofrecer servicios a estas compañías y otros, directamente y sin paliativos, se plantean cómo acabar con ellas.

La realidad es que al ritmo de consumo que necesitamos para hacer cumplir los compromisos marcados en los acuerdos de París, la industria del petróleo podría encontrarse ante un auténtico problema existencial, y que sea así es una muy buena noticia para todos. Por un lado, algunos países empiezan a plantearse la imposibilidad de mantener los cuantiosos subsidios gubernamentales que mantienen a la industria a flote. Pero por otro, según un reciente estudio publicado en Nature, hasta la mitad de las reservas almacenadas de petróleo, entre los 11 y los 14 billones de dólares, podrían convertirse en activos completamente carentes de valor en torno al año 2036, lo que daría lugar a una enorme crisis económica mundial derivada de la caída de estas compañías.

En el peor escenario, las inversiones en la industria del petróleo continuarían hasta el momento en que la propia industria se dé cuenta de que la demanda se ha reducido tanto, que sus propias reservas y activos han pasado a no tener valor, algo que reformularía completamente el panorama geopolítico mundial. Una gran cantidad de las reservas de petróleo y gas simplemente se dejarían sin quemar, y toda la maquinaria especializada utilizada en los procesos de extracción y refino quedarían sin valor alguno. En un escenario así, los países más lentos en su proceso de descarbonización serían los verdaderos perdedores, pero los que lo están llevando a cabo de manera más rápida se beneficiarían en gran medida de la mayor productividad y los activos liberados en la transición a las energías renovables. Esa transición precisará de medidas que eviten la creación de bolsas de pobreza en los países dependientes del petróleo y la consiguiente inestabilidad política derivada de ello.

Estamos ante el fin de una era, y las cuentas de las compañías implicadas en ella se han vuelto tóxicas. Lo más rápido que pueda producirse el final de esa era supone ganar algo más de tiempo en la posibilidad de combatir una emergencia climática que nos amenaza a todos. Cuanto antes seamos conscientes de lo que nos jugamos en ello y de que el mundo, aunque a algunos les cueste imaginarlo, puede sostener su actividad consumiendo únicamente energías renovables, mejor.

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button