energyEuropean UnionGeneralGermanyInvertianuclearrenewablesRussia

Sobre balances energéticos e ideas erróneas

IMAGE: Markus Distelrath - Pixabay

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «La idea errónea del balance energético» (pdf), y es un intento de seguir clarificando argumentos en una cuestión clave: el futuro de la generación energética.

Muchas voces tratan de abogar por una diversificación lo mayor posible en las fuentes de energía de las que nos abastecemos. La razón es fácil de entender: intuitivamente, un conjunto diversificado de fuentes de energía es mejor que una concentración en una sola fuente que pueda experimentar algún tipo de problema puntual. La experiencia nos tiene bien enseñados: crisis del petróleo, problemas climatológicos de escasez de sol o de viento, guerra en Rusia… para muchos ciudadanos, obtener un balance adecuado de fuentes de energía parece un objetivo razonable.

Ahora bien: ¿qué es un balance adecuado? Podríamos discutir si Alemania se precipitó adelantando el cierre de sus centrales nucleares, un cierre que sus ciudadanos pedían de manera masiva y que se anunció tras el accidente nuclear en Fukushima, pero lo que realmente Alemania hizo de manera incompleta fue no proponer un reemplazo sostenible para la energía que provenía de esas centrales. En la práctica, y tras una serie de decisiones con muchísimo aspecto de haber estado basadas en la corrupción política, Alemania trasladó su dependencia del uranio a la dependencia del gas ruso, con las consecuencias que todos conocemos.

¿Lo hizo mejor, acaso, un país como Polonia, que mantiene un tejido de generación basado fundamentalmente en una fuente ultracontaminante como el carbón, que ella misma produce? Sin duda, ha conseguido mantener sus precios más bajos que su entorno cercano y ha evitado la dependencia de Rusia, ¿pero a qué precio? ¿Quién se come la lluvia ácida que generan las centrales de carbón polacas? ¿Cuánto tiempo van a mantenerse esos precios bajos cuando la alternativa sea producir con renovables a una décima parte de su coste? No, la alternativa a la dependencia rusa no es contaminar como si no hubiese un mañana: la alternativa real y balanceada – al menos, desde un punto de vista de sentido común – es construir renovables.

¿Intermitencia? ¿Problemas cuando no hace viento o no brilla el sol? Dejémonos, por favor, de cuentos de viejas, de ingenieros desfasados y de historias para no dormir. Hace ya tiempo que contamos con numerosos estudios que afirman que tratar de basar el tejido de generación de un país, de un continente o del mundo en energías renovables es perfectamente viable. Lo sabe Australia, lo sabe Canadá, y lo sabe todo un cuerpo de literatura científica al respecto (que muchos ingenieros desfasados se niegan a leer, como si la ciencia fuese cuestión de opiniones). Cuando decimos que se puede, no es como ese grito desesperado que pide la remontada milagrosa al final de algunos partidos de fútbol: es que se puede, que la tecnología ha alcanzado la fase en la que el sobredimensionamiento de la generación de energías renovables puede cubrir perfectamente su intermitencia, y hacerlo además con una importantísima y creciente ventaja en costes con respecto a la energía obtenida mediante combustibles fósiles o nuclear.

Estamos ante una nueva era de la energía, y creer que seguimos en la anterior y seguimos necesitando la energía nuclear es un error. Sabiendo esto como lo sabemos, mantener las centrales nucleares en funcionamiento puede, en la coyuntura actual, tener sentido, siempre que hablemos de centrales sin problemas de seguridad y que no demanden un mantenimiento demencialmente caro como suelen hacer. La industria nuclear, acostumbrada como está a extraer constantemente dinero de las arcas públicas y consciente de que la construcción de nuevas centrales va a estar complicada, tratará ahora de continuar sus prácticas extractivas mediante el chantaje del mantenimiento: «dame más dinero, o la seguridad se reducirá». Sin embargo, lo que no tiene absolutamente ningún sentido es invertir ahora, en pleno 2022, en construir una nueva central nuclear, cuando no va a estar operativa hasta dentro de bastantes años, no supone una solución a corto plazo para unos problemas meramente coyunturales, y cuando sus costes de construcción, mantenimiento y producción exceden mucho lo que puede obtenerse con una inversión equivalente en renovables. La única razón para construir hoy una nueva central nuclear es querer llenar los bolsillos de alguien. Se llama corrupción.

¿Mantener abiertas centrales nucleares que no han dado problemas de seguridad en todo su ciclo de vida y que no demandan gastos faraónicos en mantenimiento? Posiblemente. ¿Construirlas nuevas? No tiene ningún sentido. ¿Seguir quemando carbón o gas? Solo mientras no hayamos invertido lo suficiente en sobredimensionar instalaciones de energías renovables que nos permitan prescindir de ello. El balance es ese, no hay más. Pretender que la energía nuclear tiene, a futuro, que seguir formando parte de él, cuando sus costes de producción no lo demuestran, es simplemente absurdo.

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button