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Twitter y Musk: ¿y ahora qué?

IMAGE: Twitter

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «¿Qué va a hacer Musk con Twitter?» (pdf), y es un análisis de la adquisición de Twitter por parte de Elon Musk en el que intento introducir los elementos que intervienen en la decisión y los posibles efectos que tendrá sobre la compañía en el futuro.

Obviamente, nadie sabe qué va a pasar con Twitter en el futuro, y quien diga que lo sabe, miente. Ni el propio Elon Musk, que reduce las razones de su adquisición a una serie de proclamas idealistas sobre la libertad de expresión que son compartidas por muchos, incluidos los fundadores de Twitter, pero que invariablemente, siempre terminan topándose con la dura realidad. De hecho, parece evidente que Elon Musk ni siquiera tiene claros los conceptos más importantes sobre la censura y la libertad de expresión, y que sus ideas al respecto se reducen a una serie de generalidades del tipo «esto funcionará mejor así», que serán, por supuesto, convenientemente matizadas por los límites de lo que se puede y lo que no se puede hacer.

¿Qué ha llevado a la dirección de Twitter a aceptar la oferta de adquisición y a que la operación se cierre en menos de dos semanas, tras comprobar que Musk hablaba en serio y había, esta vez sí, asegurado la financiación necesaria para ella? Primero, que supone un premium muy interesante sobre las acciones de una compañía cuyo rendimiento financiero nunca ha sido como para tirar cohetes. Ante un «abrazo de oso» como el que plantea Elon Musk, poco puede hacerse, ni siquiera crear «píldoras envenenadas» a toda prisa, sin que vengan algunos de tus accionistas y te acusen de estar blindándote o de no actuar en el mejor interés de la compañía. Y además, es obvio que al menos un miembro del consejo, Jack Dorsey, que es además el que más participación tiene de los que forman parte de él, estaba claramente a favor de la adquisición.

Con esas premisas, ¿qué diablos quiere hacer Musk con Twitter? Aparentemente, se plantea medidas que van desde reforzar la parte premium de la compañía, escalando Twitter Blue y ampliándolo para dar más beneficios a los usuarios de pago, hasta conseguir una identificación de los usuarios para que sean responsables de sus actos, y evitar los abusos protagonizados por cuentas sin filiación conocida, los que llevan a cabo bots y redes organizadas que dan lugar a comportamientos no genuinos. Lógicamente, medidas de este tipo, que provocarán una reducción del número de usuarios al eliminar las cuentas falsas y desincentivar a quienes no quieran pagar por utilizar Twitter, son las responsables de que Musk haya hablado de retirar a Twitter de un mercado que no aceptaría de buen grado sin una fuerte penalización en el valor de la compañía este tipo de movimientos.

La discusión sobre la libertad de expresión, por otro lado, va a tornarse sumamente interesante. Por un lado, Musk afirma que

La libertad de expresión es la base de una democracia que funcione, y Twitter es la plaza pública digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad. También quiero que Twitter sea mejor que nunca mejorando el producto con nuevas funciones, haciendo que los algoritmos sean de código abierto para aumentar la confianza, derrotando a los bots de spam y autenticando a todos los humanos. Twitter tiene un enorme potencial: espero trabajar con la empresa y la comunidad de usuarios para convertirlo en realidad.

Por otro, la Union Europea, unos días antes de materializarse la operación, habla de que todo lo que sea delito fuera de la red lo sea también dentro de ella y de incrementar la supervisión de los contenidos y la moderación. Si queremos hacer compatibles estas dos ideas, la única forma de hacerlo es, como dice Musk, «autenticando a todos los humanos» que se comunican en Twitter y haciéndolos responsables de sus actos, algo que costará mucho trabajo poner en práctica y que supondrá un importante cambio en el modelo de interacción actual de su red, en el que son demasiados los que o bien «disparan desde la cintura» y dicen auténticas barbaridades sin haberlas pensado demasiado, o se organizan para acosar, insultar o cancelar determinadas opiniones, o difundir ideas nocivas para la sociedad. Es probable, incluso, que la decisión de la dirección de Twitter de aceptar la adquisición haya tenido que ver con la dificultad que supondría adaptar la actual Twitter a esas directrices que plantea la Unión Europea, que además, es muy probable que terminen siendo imitadas por otros países. Y en ese sentido, la Union Europea ya ha «avisado» a Musk de que estarán muy encima de su recién adquirida compañía para garantizar el cumplimiento de las nuevas reglas.

Reglas que, por otro lado, Musk parece querer hacer más claras y transparentes, siendo como es, además, un ferviente defensor del código abierto. En ese sentido, sintoniza obviamente con planes ya iniciados por Twitter en línea con el llamado «Project Bluesky«, pero no está exento de importantes retos, como el que supone evitar la actuación de aquellos que pretenden aprovecharse de ese conocimiento de las normas para tratar de plantear actuaciones que las bordeen o lleguen a burlarlas, una problemática que siempre ha existido, pero que no puede (y no debe) convertirse en una disculpa para no ponerlas en conocimiento de todos los usuarios. Del mismo modo que conocemos las leyes y las leyes son públicas, los algoritmos también deben serlo.

¿Qué pretende Musk? Básicamente, mejorar una de sus herramientas predilectas y que usa casi compulsivamente, y además, diversificar su cartera de inversión mientras mantiene su dinero funcionando y a salvo del fisco. ¿Qué queda ahora? Si eres empleado de Twitter, que alguien te cuente qué diablos ha pasado y cómo van a ser las cosas a partir ahora. Si eres accionista, que hagas caja si quieres, o te esperes a la OPA de exclusión para ello. Y si eres usuario, y en función de qué sientas hacia Elon Musk… o bien estar atento a los cambios, que sin duda los habrá, muchos y muy pronto, o bien, si lo prefieres, irte a twittear a otro sitio.

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