Dead Sea Effectdistributed companiesGeneralworkworkingworking environmentworkplace

La revolución del trabajo… inacabada

IMAGE: Alex Kotliarskyi - Unsplash

Con un tercio de los trabajadores de San Francisco de vuelta en sus oficinas y otras ciudades norteamericanas en similar evolución, todo parece indicar que la supuesta revolución del trabajo que prometía la pandemia y el advenimiento del trabajo distribuido se está tornando cada vez más en un espejismo del que solo van a beneficiarse, al menos por el momento, los más privilegiados.

Mientras algunas compañías se enorgullecen de mantener para sus trabajadores las condiciones que establecieron durante la pandemia, y de adoptar culturas basadas en la confianza que permiten trabajar desde cualquier sitio sin que nadie intente monitorizar todo lo que haces con lo que se ha dado en llamar bossware, otras más tradicionales contraatacan con amenazas de despidos o recortes salariales a los empleados que no quieran volver a las condiciones anteriores, mientras los alcaldes de las ciudades presionan para volver a ver sus centros llenos de trabajadores consumiendo a diario.

Para muchos otros trabajadores, que simplemente nunca tuvieron la posibilidad de desarrollar sus trabajos en modo distribuido, las cosas no solo no han cambiado, sino incluso han empeorado, con menos propinas y con compañías que ahora intentan economizar haciendo que menos personas desarrollen un volumen de trabajo cada vez mayor.

Para muchos mandos intermedios, la vuelta a la oficina es necesaria para justificar su existencia, basada en algo tan anticuado y primario como la supervisión y la vigilancia. Otros intentan justificar la vuelta como una supuesta necesidad, completamente falsa, de contacto físico para supuestamente promover la innovación, mientras ocultan que, en realidad, el problema no es desde dónde trabajas, sino la definición de trabajo en sí mismo.

Al final, tras más de dos años de pandemia y confinamientos, la realidad va a terminar siendo que el trabajo distribuido solo va a beneficiar a aquellos que, por el tipo de trabajo que desarrollan, por su capacidad de elegir dónde quieren trabajar y por sus posibilidades de rediseñar sus casas para acomodar el trabajo distribuido, son susceptibles de imponer sus condiciones. Algunos podrán trabajar con total independencia de lugar físico, otros pasarán a semanas de tres días, y otros, simplemente, volverán a como trabajaban antes de la pandemia.

En la practica, eso terminará convirtiéndose en un proceso darwiniano en el que las compañías que más nivel de libertad ofrezcan, serán capaces de ir atrayendo cada vez más al mejor talento independientemente de su localización física, y acaben por convertirse en los mejores sitios para trabajar, los más deseables y los que concentran a los trabajadores más cualificados. Los trabajadores que crean que no pueden exigir esas condiciones serán los que se queden, como un sedimento, en unas compañías tradicionales cada vez más empobrecidas en su pool de talento, en contra de la tendencia y con trabajadores que permanecen en ellas simplemente porque no pueden plantearse el riesgo de dejar su trabajo para irse a otro sitio. El «efecto Mar Muerto» en toda su magnitud.


This article is also available in English on my Medium page, «Why did we squander the chance to change how we work?«

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Check Also
Close
Back to top button