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Mi vida descarbonizada: el apagado de la calefacción

IMAGE: FusionSolar - Huawei

El pasado día 11 de abril, tras unos cuantos días de calor y tras echar un buen vistazo a las previsiones meteorológicas del mes, tomamos en casa la decisión de apagar la calefacción.

Como ya he comentado en artículos anteriores, la calefacción en mi casa se lleva a cabo mediante una bomba de calor, lo que generalmente se conoce en el mercado español como aerotermia, cuya instalación nos permitió decir adiós al gas y a sus elevadas facturas y pasar a tener un consumo de energía mucho más moderado, además de una mayor seguridad.

Durante la parte del año en la que mantenemos la bomba de calor encendida, que esta temporada ha ido desde el 18 de octubre hasta este pasado 11 de abril, el consumo de electricidad crece de manera considerable, y la gráfica se caracteriza por unos constantes altibajos intermitentes entre los 2kWh y los 6kWh en función de si coincide o no la calefacción con el uso de agua caliente, lo que termina generando autosuficiencias diarias generalmente de entre el 40% y el 70%. Las bombas de calor funcionan mediante el principio de inercia térmica, lo que hace que no sea recomendable apagarlas – ni prácticamente tocarlas – más allá de determinar su temperatura de impulsión adecuada para el confort, algo que haces al principio del invierno bajándola progresivamente hasta que consigues un punto en el que la temperatura de confort se alcanza con la menor temperatura de impulsión posible. A partir de ahí, solo la bajas si te vas a ausentar bastantes días seguidos de casa, si no, compensa mantenerla al mismo nivel.

A partir del día 11 de este mes, al apagar la bomba de calor, la autosuficiencia no solo ha vuelto a superar todos los días el 99%, sino que además, hemos pasado al modo verano en las recargas del coche. Durante el invierno, simplemente programamos el coche para que se cargue a partir de las 23:30, hora en la que la tarifa ya es valle y no hay prácticamente consumo de electrodomésticos ni de agua caliente – generalmente nos duchamos por las mañanas – y esa carga se hace íntegramente a partir de electricidad importada, ya que la batería, con poca o ninguna carga porque la consume la bomba de calor, no suele ser diferencial.

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En verano, simplemente eliminamos la programación y simplemente ponemos a cargar el coche cuando hace sol y no prevemos utilizar nada que consuma demasiado – electrodomésticos, etc. – porque la batería suele alcanzar el 100% de carga en torno a media mañana, y eso hace que cargues el coche íntegramente con el sol. En el caso de la imagen, la carga se llevó a cabo entre las tres y las cuatro de la tarde aproximadamente, y fue suficiente para recuperar la energía consumida en una ida y vuelta de Majadahonda a María de Molina. Los desplazamientos más cortos, como los que llevamos a cabo dentro de Majadahonda o en zonas cercanas para ir a la compra o hacer un recado, se recargan en muy poco tiempo.

¿Qué quiere decir esto? Básicamente, que considerando el tiempo habitual en Madrid, es muy probable que podamos estar entre mediados de abril y mediados o finales de octubre con una autosuficiencia energética de más del 99%, considerando que hablamos de la totalidad de la demanda de energía doméstica: tanto electricidad como tal, como lo que correspondería al gas (calefacción y agua caliente) si lo tuviéramos, y a la gasolina si nuestro coche no fuera eléctrico. La mejor de las situaciones: pagamos únicamente el mínimo por contrato en la factura, y no generamos emisiones.

Por otro lado, esto conlleva también que no me compensan la gran mayoría de la electricidad que inyecto en la red, dado que únicamente te compensan aquello que se corresponde con mi consumo, y mi consumo es prácticamente nulo. Simplemente, me dedico, con mis excedentes, a alimentar el consumo de algunos de los vecinos de mi zona, que sin embargo siguen pagando a su compañía como si realmente le hubiese costado generar y transportar esa energía desde la correspondiente central. Un buen negocio para las eléctricas, sin duda.

En cualquier caso, y a la espera de los cálculos definitivos que publicaré cuando reciba las subvenciones correspondientes a los paneles solares, a la bomba de calor y a la batería, todo apunta a que hemos acertado con el cambio. Una inversión que nunca hicimos pensando en su amortización sino en una cuestión de responsabilidad medioambiental que considerábamos que nos podíamos permitir, pero que sin duda, será mucho más atractivo en función de la cuantía de esas ayudas. Por el momento, en cualquier caso, esperar por una subvención en España es como esperar por la venida del espíritu santo, así que seremos prudentes con la consideración de los números en términos globales.

¿Qué creemos que ha sido clave en el resultado? En primer lugar, y muy claramente, la elección y el dimensionamiento de los paneles solares. Elegir paneles con elevado rendimiento – mínimo 450 watios, y ese número está en permanente evolución – y, sobre todo, sobredimensionar: la propuesta que nos hizo la compañía instaladora era de diez paneles, nosotros decidimos poner diecisiete, y hemos dejado algo de espacio para poner más cuando alcancen rendimientos más elevados.

En segundo lugar, el inversor: la compañía nos proponía uno muy básico, nosotros elegimos un Huawei híbrido, que nos permitía incorporar una batería y, eventualmente, un dispositivo de backup para seguir teniendo energía aunque falle el suministro externo. Es una recomendación para cualquiera que piense en este tipo de cosas: nunca sabes si vas a plantearte incorporar una batería, un dispositivo que tiende a bajar de precio y a mejorar su rendimiento de manera consistente por un simple efecto de mejora de su tecnología, y para ello, es importante que hayas optado por un inversor híbrido (los de Huawei, además, son estéticamente agradables, algo que, aunque esté en el garaje, no deja de tener su importancia).

Por último, la batería: no incluida en la propuesta original de la compañía instaladora, optamos, tras hartarnos de esperar por la llegada a España de la Powerwall de Tesla, por una Luna2000 de Huawei, que tiene la posibilidad de incorporar hasta tres módulos de 5kWh. Nos quedamos en dos, y en verano nos resultan más que suficientes para, tras la puesta de sol, abastecer todo el consumo del hogar hasta que el sol vuelve a brillar, lo que redunda en esas autosuficiencias superiores al 99% que serían completamente inaccesibles sin ella.

Seguiremos informando.

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