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El replanteamiento del centro de la ciudad

IMAGE: Łukasz Siwy - Pixabay (CC0)

El alcalde de Nueva York, Eric Adams, y la alcaldesa de San Francisco, London Breed, coinciden al pedir a las compañías que ocupan el centro de sus ciudades que exijan ya a sus trabajadores que den por terminados los efectos de la pandemia y regresen a las oficinas, con el fin de recuperar la actividad económica y la vitalidad de los negocios en esos distritos céntricos.

Que los alcaldes de las ciudades estén interesados en preservar la vitalidad económica de sus centros de negocios y sus distritos financieros parece fácil de entender, pero por otro lado, difícil de asimilar por parte de unos trabajadores que, durante más de dos años en el caso de muchas compañías en los Estados Unidos, han tenido tiempo no solo de comprobar las evidentes ventajas de no tener que soportar un atasco todas las mañanas, sino también de convertirlo en un hábito.

Por mucho que la costumbre nos haya llevado a pensar, durante generaciones, que nuestra forma de plantear las ciudades y nuestros hábitos de trabajo en ellas eran algo razonable, la realidad es que no lo es en absoluto. Congregar a los trabajadores en una zona específica a la que tienen que peregrinar todas las mañanas, con un horario además fijo que provoca todo tipo de atascos, para llevar a cabo unas tareas que, en realidad, pueden hacer, como hemos visto durante más de dos años, desde cualquier otro sitio, es algo que no tiene justificación. Plantear que la razón para volver a esos hábitos es la recuperación del comercio local, de los restaurantes, de las cafeterías, de las lavanderías o de los negocios que vivían de esos trabajadores es completamente cuestionable, porque partimos de un razonamiento ya viciado en su inicio.

En las grandes ciudades, son muchísimos los trabajadores que, simplemente, se niegan a volver a la forma de trabajar que tenían antes de la pandemia. Cuando has estado más de dos años demostrando que puedes trabajar de manera más eficiente desde tu casa o desde otro sitio, que no tienes que pasar por el martirio de los atascos, y que puedes comer en tu casa o en donde quieras sin tener que acudir a los restaurantes del centro de la ciudad o recalentar la comida que llevas desde casa metida en un contenedor plástico, la idea de involucionar y volver a lo que hacías antes resulta simplemente absurda.

De hecho, en ciudades con mercados inmobiliarios tan demenciales como los de Nueva York o San Francisco, hay incluso una interesante proporción de trabajadores que, a lo largo de la pandemia, tomaron la decisión de relocalizarse en otras ciudades con precios más razonables, y a los que la posibilidad de tener que volver a entrar a trabajar todos los días a las nueve de la mañana en el centro de la ciudad les parece simplemente absurda. Muchos de los trabajadores que los alcaldes de las ciudades quieren ver de vuelta en sus centros, simplemente, ya no viven allí, y solo se plantean viajes aislados a sus oficinas. Unas oficinas que, además, están rápidamente evolucionando para reconvertirse en lugares destinados a una función mucho más social, y menos a ser lugares donde el trabajador se sienta a trabajar durante horas interminables.

Es el momento de aprovechar la experiencia de la pandemia para volver a repensar el funcionamiento de las ciudades, la supuesta necesidad de concentrar las compañías en determinadas zonas plagadas de oficinas en edificios altos, y las rutinas a las que este tipo de planteamiento condenaba a los trabajadores. Esos cambios van a afectar al urbanismo, al rediseño de tantas oficinas innecesarias, a la forma de dotar de vida a esos barrios y a la posibilidad de reconvertirlos para otras funciones.

La idea de los alcaldes de simplemente dar por terminada la situación de pandemia y volver a hacer las cosas como las hacíamos antes de ella no tiene sentido. Con la pandemia, las tecnologías que nos permiten independizar muchos tipos de trabajo de un lugar geográfico concreto no solo han avanzado muchísimo, sino que además, se ha popularizado enormemente su uso. Hay otra forma de trabajar, y tiene obviamente mucho más sentido.

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